MINERÍA Edición Semanal 92 | Del 14 al 20 de febrero 2022

29 AÑO 3 - Nº 92 / FEBRERO 2022 punto a otro con la geolocalización; estamos al día de cualquier materia que nos interese. A cambio, los dispositivos almacenan y envían continuamente datos a grandes corporaciones, que los utilizan para estudiar el comportamiento de cada persona conectada. Hoy, nuestros ordenadores y móviles tienen la potencia computacional que antes tenían máquinas enormes, lo que les permite tratar más datos; por ejemplo, pagar con el móvil es más cómodo, pero el banco ahora sabe más de nuestros hábitos que cuando lo pagábamos todo en efectivo. Eso hace que la conexión entre los datos recogidos y los algoritmos sea mayor. En consecuencia, ordenadores, tabletas y móviles aprenden a seleccionar qué información nos hacen llegar. Se trata de una inteligencia artificial basada en el aprendizaje automático: de ahí que necesite tantos datos. A través de ellos detecta patrones, hace predicciones o, simplemente, clasifica. ¿Por qué debemos ser prudentes? Porque no siempre acierta. Es más, los errores en la deducción de estos algoritmos van más allá de una disonancia de criterio entre el hombre y la máquina. Si los algoritmos cruzan datos sobre la relación entre lo que gana una persona y su gasto en salud concluirán que los pobres están más sanos que los ricos. Estas operaciones computacionales son perfectas para tareas repetitivas, pero pueden ser muy peligrosas cuando requieren una gran variabilidad. Por una parte, quienes los programan no dejan de ser personas que introducen

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