26 Edición Semanal Los precios de varios metales están alcanzando picos históricos y somos un país polimetálico. No tiene sentido desatender los proyectos mineros que ya tienen los estudios de exploración terminados. No debemos olvidar tampoco el necesario impulso a las exploraciones para seguir descubriendo más recursos mineros que generen a la vez más proyectos. Para disminuir la conflictividad social en torno a la actividad minera se debe asegurar el trabajo respetuoso del ambiente (con énfasis en los recursos hídricos) y, sobre todo, que el Estado en acuerdo con las empresas mineras cumpla con su rol de generar desarrollo territorial en las áreas de influencia de las operaciones. El desarrollo territorial tiene como primer elemento la formación de los corredores económicos que harán que las poblaciones abandonen la pobreza, en especial, aquellas que no trabajan en la operación minera. La pobreza no se elimina con asistencialismo económico, se erradica con inversiones que generan empleo, con emprendimientos empresariales de todo tamaño. La minería cuenta con una vasta cadena de proveedores locales y lo que falta es que el Estado impulse emprendimientos productivos con los demás recursos existentes en el territorio en base a conceptos de competitividad, productividad y calidad de servicio. Mientras el Estado no cuente con dinero para dar buenos servicios, sobre todo, de educación y salud, todo es demagogia. Tan importante como saber invertir o gastar el dinero del fisco, es saber generar ingresos o “hacer caja”. Pero no debemos permitir que se siga dilapidando los recursos destinados para mejorar la calidad de vida de la mayoría de peruanos que aún claman por su desarrollo.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2