REVISTA MINERÍA 541 | EDICIÓN OCTUBRE 2022

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / OCTUBRE 2022 / EDICIÓN 541 116 mineras del Cerro de Pasco. Posteriormente, ya en 1919, la corporación compra entre otras haciendas mineras, las propiedades de Backus y Johnson en Junín y Huarochirí, con lo que su patrimonio que originalmente reunía unas 60 hectáreas emprende su crecimiento y para 1920 poseía más de mil hectáreas. Como es de suponer con estos nuevos procederes la empresa abre su posicionamiento cierto en la industria minera del centro que finalmente se extendería desde el Cerro de Pasco hasta Lima, pasando, qué duda cabe, por Junín, obrando minas polimetálicas y también las hulleras en el sector de Goyarisquizga. Velarde sintetiza esta etapa en los siguientes pormenores: “En 1901 un sindicato americano compró [en el Cerro de Pasco] gran número de las pequeñas propiedades (1250 en que estaba dividida el área explotable) e inició labores preparatorias de importancia, construyó el ferrocarril de la Oroya al Cerro; y estableció la fundición de Tinyahuarco; constituyendo con todos estos elementos la actual Cerro Copper C C, con capital de 60 millones de dollarses [sic]. Además de esta gran compañía, hay otras empresas pequeñas que continúan con éxito la explotación de sus propiedades”. La expansión de la Cerro de Pasco continuó con la construcción de un complejo ferrocarrilero propio y conjuntos de servicios −hidroeléctricos, hospitalarios, mercantiles, educativos y con el tiempo ganaderos−. Inicialmente levantó una gran fundición en smelter, Tinyahuarco, que sería la antecesora del gran Complejo Metalúrgico Central de La Oroya −terminado en 1922− justificado por el volumen de producción de minerales varios, procedentes de sus iniciales seis minas. Por los años 20 y debido a una gran catástrofe industrial en La Oroya, el Estado obliga a la Compañía a comprar las grandes haciendas ganaderas que circunvalaban la fundición, lo que deriva en la creación de la División Ganadera. Para 1931 la Cerro administraba desde La Oroya el monopolio total de la fundición y refinación de metales no ferrosos, tal era la magnitud de este hoy ya lejano complejo polimetálico. En 1936, la Cerro construye la represa Upamayo en el río Mantaro destinada a generar energía hidroeléctrica para las operaciones de extracción y procesamiento de sus minas y fundiciones. Posteriormente y aprovechando la industrialización mundial de posguerra, en 1952 expande su negocio con el procesamiento directo de zinc y plomo en fundiciones y refinerías ad hoc. En los 60 incorpora a sus haciendas mineras a Cobriza en Huancavelica, una mina prodiga en cobre, mecanizada y muy moderna para su tiempo. Con estos logros la Cerro se vuelve el mayor empleador privado y terrateniente del Perú. Revisemos brevemente su gestión desde 1908 tiempo cuando empleaba a 5,166 trabajadores, lo que ya equivalía al 30% de la mano de obra minera del país. La población trabajadora acorde con el desarrollo de los proyectos mineros crecía en forma constante hasta llegar durante su apogeo en los 70 a 10,000 asalariados. En lo que se refiere a su extensión, en 1973 la Cerro, entre haciendas mineras y ganaderas, poseía 325,000 hectáreas de tierra en los Andes centrales. Económicamente, en este su último año de esplendor minero y previo a su privatización, la Compañía generó ganancias por US$ 228.3 millones, amén del pago de US$ 34.1 millones en impuestos al Estado. Pero como dice el viejo adagio “todo lo que sube, cae”, la Cerro de Pasco Copper Corporation no sería la excepción. La agitación política volvería a interrumpir la producción minera en la región al inicio de la segunda mitad del siglo XX, lo que para la Cerro sería el estoque definitivo, pues como en los años 30 y 40 de ese siglo, tal conmoción reapareció para de nuevo ralentizar la industria minera en los Andes centrales y en toda nuestra patria. La historia actual De aquí en más ya conocemos la historia por lo que incluyo solo breves indicios: el 3 de octubre de 1968, Juan Velasco Alvarado, general del ejército perua- 5. La Oroya, 1914. Ambulantes frente a la estación del tren.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2