29 AÑO 4 - Nº 150 / MARZO-ABRIL 2023 humanidad. Pero las necesidades son igual de retadoras para materiales más exóticos como el litio. Las estimaciones sugieren que, si no se produce una nueva tecnología de baterías revolucionaria, la producción de litio tendrá que multiplicarse por diez de aquí a 2035. Además del cobre y el litio, para la transición energética se necesitan decenas de otros minerales esenciales como el aluminio, níquel, hierro, cobalto y galio. Aunque el desafío técnico de producir toda esta materia prima es enorme, primero debemos superar las barreras sociales. Este obstáculo es también una oportunidad para garantizar la mejora en materia de salud y bienestar de las comunidades aledañas a las actividades mineras. Las universidades pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar los desafíos técnicos y sociales interconectados, así como a la hora de facilitar el diálogo entre las partes interesadas. El principal reto en muchos países con abundantes recursos es que las compañías mineras se ganen y mantengan la confianza diseñando proyectos que sean bien recibidos y generen beneficios para todos. Las comunidades y los gobiernos locales y regionales suelen temer, con razón, que la minería provoque cambios medioambientales y sociales sin un desarrollo económico sostenible. Sin embargo, cuando se hace bien, la actividad minera puede crear un valor medioambiental, social y económico compartido entre las compañías, los gobiernos y las comunidades locales. Conciliar la aceptación social con la presión para ampliar rápidamente la producción de minerales de transición energética es clave. Según un estudio reciente de la Universidad de Queensland, más de dos tercios de los proyectos mundia-
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