46 Edición Semanal Arequipa ha sido, sobre todo, en tiempo de la República una ciudad fraterna y bien dispuesta a recibir a nacionales y extranjeros, quienes llegan a trabajar en ella o a vivir al pie de los volcanes y del cielo azul. Las migraciones empezaron al interior de la propia provincia cuando el progreso de los distritos obligó a que los padres se vinieran a vivir a la zona central de su capital para conseguir que sus hijos menores estudiaran secundaria o acudieran a las universidades. Después ocurrió el mismo fenómeno con regiones vecinas, resaltando, en tiempos más o menos recientes, la que trajo a la Ciudad Blanca a puneños afectados por sequías o por el abandono que los gobiernos centrales hacían con la zona andina. En tiempos más actuales, también, se abrieron las oportunidades de que vivan aquí los venezolanos, quienes perseguidos por los cambios políticos en su país vinieron a Perú y a Arequipa. Lamentablemente varios de los llegados ocasionaron daño con su comportamiento indeseable. Por: Carlos Meneses Cornejo, director del diario El Pueblo. Arequipa: ciudad de puertas abiertas Aniversario
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