42 Edición Semanal Lea el artículo completo aquí: https://t.ly/5N_XD al apoyo de la empresa privada, específicamente de Promociones Turísticas del Sur S.A., que realiza constantes labores de restauración, conservación, museología y acondicionamiento para garantizar su preservación. Una de las privilegiadas en visitar el monasterio de Santa Catalina antes de su apertura, fue la escritora y luchadora social francesa Flora Tristán, quien pasó una temporada en Arequipa en 1834, en un fallido intento por recibir la herencia de su padre, el coronel Mariano Tristán y Moscoso, permaneciendo en el claustro seis días, gozando de la hospitalidad de las religiosas, luego de que el obispo de Arequipa le otorgara un permiso especial. Ingresar a una celda es redescubrir el pasado de cientos de religiosas que tuvieron una vida llena de devoción y quizá también de sufrimiento. Todo tenía su lugar y estaba estratégicamente ubicado, sus camas, un espacio para la oración y meditación, cocina y comedor. En algunos casos las celdas eran compartidas por tres monjas, cuando existían lazos familiares.
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