28 Edición Semanal un río. Cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido”, declamó. Igualmente, recordó una sevillana denominada: Algo se muere en el alma, que escuchó en una reunión con amigos como Rafael Fernández. “Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va y va dejando una huella que no se puede borrar”, expresó. A su turno, el director del Instituto en Ciencias de la Tierra, Walter Casquino resaltó cinco aspectos de don Celso: su capacidad como buen académico, la participación que tuvo para incluir en las constituciones de 1979 y 1993 la economía social de mercado, y el aporte que ofreció en las unidades mineras donde laboró. Asimismo, la facilidad de palabra que tenía que lo hacía un excelente comunicador para argumentar su posición sobre diferentes temas y el haber sido un funcionario público probo, característica que tanto se necesita ahora en quienes dirigen los destinos del país. Finalmente, el presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, Víctor Gobitz contó que fue precisamente don Celso quien lo motivó a estudiar ingeniería de minas. “Estando en vida pude agradecerle por haberse dado un tiempo en 1980 para brindar una charla motivacional en el Colegio Raimondi, donde muchos entendimos la importancia de la minería y nos decidimos a estudiar esta apasionante carrera”, detalló. Se resaltaron sus dotes personales y profesionales.
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