REVISTA MINERÍA 563 | EDICIÓN AGOSTO 2024

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / AGOSTO 2024 / EDICIÓN 563 70 En tanto que, como nueva incógnita, Baulenas relata que: [En]“el afán de encontrar un país rico en un lugar recóndito del continente americano subyace en campañas anteriores, si bien puedan vincularse o no con el Dorado. Sirva como ejemplo la que encabezó el gobernador del Marañón Diego de Ordás en 1532, que remontó el río Orinoco desde Venezuela con el fin de descubrir el rico país de Metha. El cronista Jiménez de Quesada escribe acerca de este reino: ‘los de la gobernación de Venezuela tenían también grande noticia, por lengua de indios, de una provincia poderosa y rica, que se llamaba Metha’”. Los paralelos entre aquel país de Metha y El Dorado no son extraños, es algo que también ocurre con otros lugares de talante mítico como el país del Paititi, tanto que es difícil deslindar qué expediciones tenían como objetivo encontrar El Dorado y cuáles perseguían otro reino semejante. Por ende, si bien la expedición de Ordás se ha considerado como una búsqueda del país del Metha en Venezuela, la encabezada posteriormente por su sucesor Gerónimo Ortal en la misma zona es considerada como parte de las expediciones a la búsqueda de El Dorado. A pesar de esta búsqueda localizada, El Dorado también fue explorado hacia el norte y más allá de Colombia y Venezuela, hubo otras incursiones en busca de esa quimera tal como la expedición de Hernando de Soto en la actual América del Norte, campaña iniciada en 1539 y que enfrentó gran resistencia indígena que causó la muerte del comandante de la expedición, quien inclusive fue sepultado a escondidas para evitar la profanación de su cuerpo. Pero el anhelo de hallar a El Dorado empujó a esa expedición a seguir avanzando, tanto que esta aventura española fue la que llegó más al norte del continente, pero de El Dorado, nada. Y no todo quedó allí. Aquí en el sur, concretamente en la cuenca del Amazonas, hubo algunas otras expediciones en busca de El Dorado, como la de Francisco de Orellana, quien tras dejar atrás a Gonzalo Pizarro en su campaña hacia el país de la canela –en Europa, la canela junto con el clavo eran las especias más apreciadas llevadas de la India, tanto así que, al llegar a las “Indias occidentales” los conquistadores no solo idealizaron el “País del oro” sino también el “País de la canela”–, el caso es que Orellana se adentró por la cuenca del Amazonas con la esperanza de hallar el “País del oro” en algún meandro de su desconocida e enigmática ruta. Este hecho lo convertiría en el primer europeo que recorrió todo el río de las amazonas entre 1541 y 1542, pero igual fracasó en cristalizar aquel áureo sueño. Más tarde Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre repetirían el viaje aventurero entre 1559 y 1661, en una expedición que pasó a la historia no por el hallazgo de El Dorado, sino por haberse saldado con una trágica rebelión en contra la corona castellana. Esta es a grandes rasgos la leyenda de El Dorado y si bien en nuestras tierras nunca se halló 4. Ilustración de 1550. La boca del infierno (entrada a la Mina de Potosí).

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