30 Edición Semanal debería poner en riesgo su capital y el trabajo de millones de familias que dependen de la inversión. En ese sentido, al invertir en el Perú, no debemos enfrentar la maldición gitana que dice: “Ten mil juicios… y gánalos todos”. Por todo ello, debemos trabajar arduamente para fortalecer nuestra institucionalidad y generar las condiciones adecuadas para que venga la mayor cantidad de inversión de calidad y así poder sacar el mejor provecho de todas las cosas buenas con las que este país ha sido bendecido. En un mundo globalizado, el Perú debe de ser reconocido como un país que no solo tiene cuentas nacionales ordenadas, sino también por ser una nación donde el Estado de derecho y el respeto irrestricto de las leyes es un elemento sine qua non de la economía social de mercado. Esta es una tarea de todos los peruanos.
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