MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / NOVIEMBRE 2024 / EDICIÓN 566 82 yos que cuando lo quería sacar echaban las corrientes por otra parte y tomaban de la tierra que quedaba mojada y la lavaban en bateas y de allí sacaban el oro que tienen dicho. Es que de Larecaxa aunque es oro de pepita, no es tan grueso como el de Callawaya. El de Larecaxa aunque es oro de pepita, tambien no es tan grueso como el de la Carabaya”. Los altiplánidos tuvieron en sus deidades la mejor conseja para recoger oro, así el caudal de agua que debían bajar desde los glaciares por medio de acequias, lo calculaban según la posición del sol que por cierto percibían variaba según las estaciones. Las crónicas también precisan que para la mineración en sí tomaban en cuenta la hora del día, pues empíricamente se percataron que después de las diez de la mañana había suficiente agua para lavar las rocas. De igual forma, observaron que en las minas de la gran altura la mejor estación para proceder a la cosecha de oro era la época de lluvias y tal lo hacían en Illimani, 4,000 msnm, y en Ancocala a 4,750. Características del trabajo minero inca En anterior Apunte trazamos algunos aspectos distintivos de las minas incas, fijemos ahora aspectos referentes al trabajo minero en sí. Para tal fin, escudriñemos la actividad minera en Puno (Sandia) y en Llenqueni (río Tambopata) zonas incas de mineración: desde el vano y rústico socavón se percibía ya lo difícil que era llegar al frente de labor, pues se debía bajar unos 50 m por precarias escaleras amarradas con torzales de cuero de carnero. El área de trabajo se caracterizaba por estrecha, oscura, sin aire fresco circulante ni agua para beber o para la labor misma de lavado del mineral. Respecto a este último punto se conoce que en zonas como Ancocala se construyeron canales rudimentarios para acarrear agua. Con esta facilidad se podía usar cavidades formadas exprofeso en lajas más o menos planas para extender sobre ellas el mineral extraído y separar el metal precioso. Esta práctica se mantuvo, como ya revisamos, hasta inicios de la colonia. Los cronistas en la RAH citan otros procedimientos incas para obtener el metal precioso: “Delante de las minas de Caravaya hay otras que llaman los cerros de Apuruma donde la mande sacar el oro, y traer el agua por las alturas que lo traen, y los cerros que con ella derriban, y el cómo se saca el oro es cosa monstruosa oyrlo, y las cosas que hallan en hondísimos hoyes que hacen así de maderos labrados, como de piedras, y otras cosas que en memoria del diluvio general nuestro…, sacase así en Caravaya, como estos cerros muí lindo oro del Infierno o por mejor decir ir derecho a él: la entrada de los cerros que digo es fragosa, y sola hay allí dos hombres que sacan mucho de este oro, especial el uno, tienen muchos Indios e Indias en perpetua cárcel, y no son poderosos de ella salir si V.E. no les da su libertad, porque si alguno de ellos se huye guardándoles el paso, no hay otro por donde salga, fuérzale la necesidad ase volver a su cautiverio”. Hechos terribles los narrados allí por el cronista que, sin embargo, estuvieron vigentes durante la mayor parte del virreinato y que, acaso no vengan a mano en este segmento, pero son igual de importantes para la valoración real del naciente y difícil camino de la minería nuestra. Los lavaderos de oro del inca En la provincia inca de Carabaya los “lavaderos de oro” se ubicaban en Huari-Huari, Sandia, San Juan del Oro, Aporoma, San Gabán, Challuma y en los cerros de Cápac Orco co-
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