REVISTA MINERÍA 568 | EDICIÓN ENERO 2025

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero ENERO 2025 / EDICIÓN 568 73 también poseían sus propias técnicas al respecto. La descripción de esta tecnología la podemos encontrar en diversos escritos antiguos sobre los incas; técnicas que, a pesar del tiempo, continúan vigentes. Los incas lograron articular los diversos recursos naturales de gran número de etnias, las cuales estaban ubicadas en distintos ámbitos geográficos y de variados climas, en gran parte de los actuales territorios de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Se desconoce los orígenes de los incas, de sus antepasados, de sus tecnologías, del porque su desplazamiento hacía nuevas tierras, solo existen dichos y también fábulas de sus orígenes, entre otras, que salieron de una fuente, de una peña, incluso de una laguna. Pero es interesante mencionar que el oro está presente en las leyendas más conocidas sobre el origen de los primeros incas que se desplazaron hacia el Cusco. Una leyenda indica que Manco Cápac, primer gobernante inca, salió en compañía de su hermana-esposa del Lago Titicaca con una barreta de oro, de media vara de largo, con la consigna dada por su padre el Sol, de fundar su nueva capital, donde se hundiera esta. Otra leyenda sobre sus orígenes, menciona que los incas salieron de Pacaritambo (unas cuevas o «casa de producimiento» tal vez una ¿mina de oro?), ellos salieron comandados por cuatro hermanos llamados Ayar, con la intención de ubicar un lugar propicio para establecerse y donde fundar la capital de su imperio. Estos hermanos salieron con sus respectivas esposas, con bastante servicio de oro; el más fuerte era llamado Ayar Cachi, y llevaba una honda de oro. Una de las hermana-esposas de estos hermanos se llamaba Mama Cora. Para los incas, el metal precioso tenía un origen divino: era lágrimas de su dios, el Sol. «...era lágrimas que el sol lloraba, y así cuando hallaban un grano grande de oro en las minas, sacrificábanle y enchianlo de sangre, y poniendolo en su adoratorio decian que estando allí aquella huca o lágrima del sol, todo el oro de la tierra se venia a juntar con él, y que de aquella manera los que le buscaban lo hallarían más facilmente...» (pág. 330, Cristóbal de Molina).

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