REVISTA MINERÍA 569 | EDICIÓN FEBRERO 2025

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero FEBRERO 2025 / EDICIÓN 569 61 entregó el sombrero a su paje, que era un indiecito de diez años, hijo de uno de los caciques de Guancavilca. Pero ello fue que, en el barullo de Carmencca, valioso cintillo y elegante chapeo desaparecieron de manos del muchacho. También éste se hizo humo. Apenas si Cabrera paró mientes en la pérdida, que no era su merced como don César Gallego, quien para socorrer en una necesidad a otro paisano suyo, sacó un gran talego rebosando de monedas, tomó un duro y lo dio al necesitado. Éste, que era un mozo de agudo ingenio, rechazó la dádiva, diciendo: «Probando está ese talego de tus nombres el contraste: como César empuñaste, y diste como gallego». Al día siguiente, almorzaba don Amador de Cabrera, en compañía de su esposa doña Inés de Villalobos, cuando se le presentó el cacique de Guancavilca, padre del pajecito que, temeroso de castigo, había ido a refugiarse en la casa paterna. -Perdona a mi hijo, viracocha, y sé bueno para con él -dijo el anciano-. -¿Y en qué ha pecado el muchacho para solicitar gracia de mí? El pecador fui yo, que no debí confiar prenda de codicia a un niño. -Y yo, viracocha, vengo a pagarte... -No me ofendas, cacique -interrumpió Amador de Cabrera-, que ofensa es que me tengas por tacaño a quien afligen pérdidas de bienes. Cierto es que el cintillo vale seis mil ducados; pero doylo por bien perdido, ya que fue en la fiesta del Santísimo. No se hable más del asunto, y vuelva el chico a casa, que Inés y yo lo queremos como a hijo. Una lágrima de agradecimiento asomó a los ojos del cacique, y besando la mano de Cabrera, dijo: 4. Uno de los ingresos a Santa Bárbara, la “mina de la muerte”.

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