REVISTA MINERÍA 570 | EDICIÓN MARZO 2025

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero EDICIÓN 570 / MARZO 2025 84 los animales que se iban desplazando en dirección a unos barrancos previamente establecidos para la ocasión. Lentamente, tratando de no dañar a los animales, el cerco se iba cerrando a medida que estos entraban a los barrancos, así los atrapaban. «...juntando cincuenta a sesenta mill personas, o cien mill si mandado les era, cercaban los breñales y campañas de tal manera que con el ruido que iban haciendo en el resonido de sus voces bajaban de los altos a los más llanos, en donde poco a poco se vienen juntando unos hombres con otros hasta quedar asidos de las manos...» (Pedro Cieza de León, pág. 60). La caza de la vicuña y otros animales salvajes, mediante el chaccu, era una verdadera ceremonia que se realizaba cada cuatro años en el territorio donde residían estas vicuñas, donde miles de hombres de las comunidades o ayllus cercanos formaban un gran círculo, que se estrechaba para arrinconarlas dentro de un recinto. Este chaccu debió tener una serie de variantes, dependiendo de las características topográficas del lugar. En algunos casos emplearían las boleadoras, que son unos instrumentos que se arrojan a los pies o al pescuezo de los animales para inmovilizarlos. Estas boleadoras conocidas en al mundo andino como ayllo o liwi, están compuestos por dos piedras redondas, en algunos casos tres, no muy pequeñas, que están atenazadas con una cuerda delgada y no muy larga, las que tiraban a los animales con la intención de trabarlos. «...mandaba que saliesen veinte o treinta mil indios, o más o menos, los que eran menester para el espacio de tierra que habían de atajar. Los indios se dividían en dos partes: los unos iban hacia la mano derecha, y los otros a la izquierda, a la hita, haciendo un cerco de veinte o treinta leguas de tierra, más o menos, según el distrito que habían de cercar...» (Garcilaso de la Vega, pág. 227). Terminada la gran ceremonia del chaccu, se procedía a contar a los animales capturados, las mejores vicuñas, machos, hembras o sus crías, eran trasquiladas antes de ponerlas en libertad. Los ejemplares más viejos los mataban, pero aprovechaban su carne y su piel. Este denominado chaccu no tenía la intención de dañar a la población de las vicuñas. «...estas cacerías se hacían en cada distrito de cuatro en cuatro años, dejando pasar tres años de la una a la otra, porque dicen los indios que en este espacio cría la lana de la vicuña...» (Garcilaso de la Vega, pág. 228). Estiman que la existencia de vicuñas en el Imperio Incaico llegaba a varios millones, sin embargo, los invasores españoles arriban a tierras incas en 1532 y comienza el saqueo de los depósitos de la lana de este auquénido andino y la matanza indiscriminada de estos, unos miles lograron salvarse de esta acción, lentamente aumenta su número. Las sociedades prehispánicas aprovechaban de las vicuñas su lana y su carne, también la llamada «piedra bezoar» que se ubicada en el estómago de su cuerpo. «…cazan venados que hay muchos en la sierra, y vicuñas y guanacos, de donde sacan las famosas y celebradas, contra todo género de ponzoña, piedras bezares, las cuales se hallan en el buche de estos animales, muchas o pocas conforme la edad que tienen...» (Martín de Murúa, pág. 469). La piedra bezoar no es una piedra, que en término popular o común, nombran a las rocas, así como a algunos minerales, es una concreción o gastrolito producidos por los camélidos andinos, como la vicuña, la cual está alojada en el estómago. Versiones de mediados del siglo XVII, mencionan que esta piedra se compone de ciertas escamas o costras, que están unas sobre otras, su tamaño es variable, pequeñas como de un centímetro y grandes como un huevo de gallina, con excepción existen más grandes. La forma de estas piedras bezoares es a veces redondas, ovaladas, incluso achatadas. Mencionan diferentes colores para estas piedras, las aceitunadas eran consideradas las más estupendas, pero existían de otros colores: negras, pardas, doradas y blancuzcas. «...en este reino del Perú donde hay mayor copia de estas piedras, se crían en el buche de tres especies de animales que todos rumian; conviene a saber: de vicuñas, venados y llamas o carneros de la tierra. Las piedras que crían las vicuñas son de mayor estimación...» (Bernabé Cobo, pág. 128).

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