MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero EDICIÓN 571 / ABRIL 2025 80 bastián Cabot en 1528–, que más parecen afiebradas elucubraciones de los primeros españoles llegados a esta parte del mundo. Más allá del testamento de Diego Huallpa A la luz de sucesos posteriores a la llegada española a las estancias del Cerro Rico de Potosí reconstruyamos los acontecimientos verosímiles que llevaron a la explotación de esta ingente mina de plata. Consta en los documentos reales que cuando el virrey Francisco de Toledo se encontraba en Potosí, el día 31 de diciembre de 1572 acudió ante él un natural quien le habría declarado “ser hijo del descubridor del Cerro Rico”. A don Francisco, ocupado como estaba en organizar el gobierno de esa región, no le sobraba el tiempo para en ese momento atender el asunto y menos viniendo de un “indio”. Así que delegó la cuestión al sacerdote fray Rodrigo de la Fuente para que acudiese, en su nombre, claro está, a la casa del “indio” y le tomase su declaración. Fray Rodrigo acudió hasta el lugar en compañía de Jerónimo Hernández, quien a más señas, entendía las lenguas quechua y aymara y oficiaría de intérprete. Con las declaraciones del “descubridor” Huallpa el cura elaboró un informe al virrey y desde entonces a ese documento se conoce como “Testamento de Diego Huallpa”. La historia cuenta que fue don Marcos Jiménez de La Espada quien encontró tal manuscrito testamentario olvidado entre los pliegos reales y lo incluyó en su Relación Geográfica de Indias que levantaba por orden real, indicando inclusive dónde lo ubicó. “Hállase en la Biblioteca Nacional [de Madrid] y [es] el primero entre los documentos del tomo de Mss. J. 58. Es original, cuenta seis folios útiles y está perfectamente conservado. Lleva por epígrafe de otra letra más moderna y al margen superior de la primera página: Del Descubrimiento de Potosí, y quién fue el primer descubridor y otras cosas del cerro”. Analizando tal documento el historiador infiere que el denunciante: “Llamábase este indio en su lengua Gualpa, y después se bautizó y se casó y entonces se le llamó don Diego Gualpa. Era natural Chunbibilca, del pueblo que se decía Yanqui, del repartimiento del licenciado (Benito Xuárez de) Carabajal, en los términos del Cuzco. Díjome que en su tierra era hijo de un principal que se decia Alcaxuca, del ayllo de Hanansaya, que entre los indios desta tierra se tiene por calidad”. “Preguntando yo a este indio de qué edad era cuando los cristianos entraron a este tierra, dijo que era hombre ya entero y me señaló a un hijo suyo que en su aspecto tenía más de veinte y cinco años; y que servía en aquel tiempo á Guascar Inga, hijo de Huayna Capa, Señor desta tierra, de guardar sus plumas, cosa muy estimada entre los indios, por ser amigos de tener adornada la cabeza con plumas de diferentes colores”. A la luz de los testimonios de Diego Gualpa se saca en claro que era un noble cuzqueño y, por tanto, no era pastor y tampoco un yanacona de las tierras del Potosí. Se deduce también que el legendario descubrimiento de la plata del Cerro Rico sucedió sí de ma5. Ofrendas al “Tío” en el interior de la mina potosina, sin duda similares a las de nuestro “Muqui”.
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