MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero EDICIÓN 579 / DICIEMBRE 2025 80 tratamientos prolongados. Pero la verdadera fuerza del sistema estaba en cómo este se prolongaba a los campamentos mineros: en cada mina, un hospital más pequeño esperaba a los trabajadores y sus familias. Eran lugares modestos, pero imprescindibles: atendían las fiebres repentinas, accidentes de trabajo leves, y los partos que lógicamente no podían esperar. Los médicos y enfermeras conocíamos a cada paciente por nombre, y esa cercanía les daba confianza. Cuando la enfermedad o el accidente lo exigían, el paciente era trasladado a Chulec, donde la red se cerraba y la atención se tornaba más especializada. Y en el Cerro, el Hospital de La Esperanza jugaba un papel no tan amplio como Chulec, pero con capacidad para resolver emergencias y complejidades medias. Este como los otros hospitales periféricos siempre fue como un puente entre la cotidianidad de vida minera y el gran hospital central. Así, la salud en La Oroya no era solo cuestión de infraestructura, sino de comunidad. Los hospitales periféricos eran guardianes silenciosos, siempre presentes en la rutina de las minas, y Chulec era el corazón para sostenerlos a todos. Lo óptimo de esta atención integral de salud fue que alcanzaba no solo al trabajador sino también a su familia, abarcando emergencias, prevención y salud pública. La División Médica impulsó campañas de vacunación, educación sanitaria y programas de salud laboral y comunitaria, convirtiéndose en un modelo pionero que transformó la relación entre empresa y población en la minería peruana. Tras el retiro de la Cerro a inicios de los setenta, su legado continuó con Centromin y, aún en el siglo XXI, la gran minería mantiene protocolos inspirados en aquellas guías de prevención y vigilancia médica. La memoria de esta División Médica permanece como testimonio de un tiempo en que la minería, más allá de los metales, buscaba también cuidar la vida y la salud de quienes sostenían su labor. La educación, un silente legado La educación ha sido, es y seguirá siendo la fuerza más poderosa de transformación social. Los pueblos que la han abrazado han conquistado mayores niveles de bienestar, desarrollo y equidad. En la minería peruana del siglo XX, este principio se con4. Intento urbanístico fallido. La Oroya “campamentos” en 1910 y en 1960.
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