PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 152 Esa fue una de las razones para dejar la sierra y venirme a Lima. La otra fue que los negocios habían crecido y yo podía sermás útil enLima que enCastrovirreyna.Dejé el puestode superintendente general –lindo título– y, a partir de esemomento, controlé lamarcha de lamina desde la capital. Enese cargome reemplazó el ingenieroCarlosAlvarado, pero antes suyo estuvo en el puesto el ingenieroAlfredoPatrucco, quien tuvo un accidente al desbarrancarse con la camioneta y, lamentablemente, no pudo continuar. En Castrovirreyna vivimos hasta 1956 o 57. A partir de entonces, ya teniendo oficina en Lima, iba cada dos meses a Caudalosa y pasaba allá diez o quince días. Después de eso tomé responsabilidades como gerente del Sindicato Minero Pacococha y, un tiempo después, como subgerente de la compañía minera Milpo S.A., en el año 1962. Sucede que había una serie de interpolaciones. Como don Luis Picasso era director y accionista de Milpo, me comenzaron a llevar por allá. Era un trabajo simultáneo, yo debía atender las tres compañías, incluyendo viajes periódicos a cada uno de los tres campamentos. Nuestra estancia en Castrovirreyna estuvo marcada por una comprometida participación en las actividades religiosas y en el apoyo a los miembros de la comunidad. Mis dos primeros hijos hicieron su parque de diversiones entre la casa de San José y la mina.

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