PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 68 69 Prueba para sabe elevada del nivel de la calle para darle más prestancia. Esa escalera te llevaba a una terraza techada pero abierta y sin ventanas. Por el lado de Sáenz Peña estaba el escritorio del abuelo, a continuación su habitación y, en seguida, el dormitorio de la abuela. En esa época, siguiendo las costumbres victorianas, las parejas que podían hacerlo dormían en habitaciones separadas. Todas las habitaciones se intercomunicabanpor puertas interiores, pero desde la terraza se anunciaba un gran pasadizo que también comunicaba con todos los cuartos. Al lado de la habitación de la abuela Julia quedaba el cuarto de huéspedes que, a veces, utilizábamos nosotros cuandoveníamos aLima. Parte de la educación consistía en inculcarnos el susto y amenazarnos conun “te vas a ir al infierno” cada vez que desobedecíamos. Justamente en esa habitación había colgado un cuadro que tenía el poder de aterrarme. Para cruzar por ese cuarto me paraba antes de la puerta y miraba en cualquier dirección, menos hacia el cuadro, hasta que me daba valor y pasaba corriendo. Era una litografía en la que se veían las almas saliendo del purgatorio. Se suponía que se trataba de una escena feliz, puesto que las almas solo salen del purgatorio para ir al cielo; sin embargo, a esa edad éramos muy impresionables y el cuadro era para mí más contundente que una película de terror. En la terraza había también otras dos puertas, una de ellas daba a una gran sala muy elegante en el estilo de la época, a la que nunca entraba nadie a menos que llegase alguna visita importante. Allí había una escultura de mármol muy linda que representaba la maternidad en la forma de una mujer con un bebé en brazos. Esa estatua se la regalaronmis abuelos ami madre cuando yo nací. La escultura estuvo enmi casa durantemuchos años y se la regalé hace poco ami hijaMaría del Carmen. Paralelo al gran salón quedaba el comedor principal, con una mesa muy grande, de unos 12 metros de largo, que se usaba a plena capacidad durante los almuerzos de los domingos. Del comedor salía un gran hall que tenía una glorieta cerrada con vidrios que daba hacia el jardín y la avenida Grau. Este hall tenía unas claraboyas que le daban mucha luz. Ese era el punto de reunión de la casa, donde nos sentábamos a conversar y a escucharmúsica, pues habíauna granvitrola que funcionaba conmanivela. Como yo era el chicode la casame tenían siempre dándole cuerda al aparato mientras los tíos se jaraneaban. Siguiendo por el hall había otro cuarto y un baño. Apesar de ser tan grande, la casa solo tenía dos baños. Al ladodel bañohabía una pequeña despensadonde se guardaban las cosas de comer. La abuela andaba todo el tiempo con un llavero que tintineaba, ya que dentro de la despensa había otras alacenas también cada una con llave. A continuación había otros dos cuartos, uno de ellos era el comedor de diario y el otro un dormitorio en el que había una vieja pianola que funcionaba con rollos de papel, una reliquia de tiempos anteriores largamente superada por otros inventos para escuchar música, como la vitrola y la radio que estaban instalados en el hall.

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