MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / DICIEMBRE 2024 / EDICIÓN 567 88 ca cuando, como resulta lógico pensar, se ignoraba tales menesteres y ni siquiera se intuían otros usos para hacerlo: “Los naturales de esta tierra, como no alcanzaron el uso de nuestros fuelles, usaron para sus fundiciones los hornos que llaman guayras, y oy los usan todavía en esta Villa Imperial y otras partes. Son semejantes a los castellanos hornos; diferéncianse en que por todas las partes están llenos de agujeros por donde entra el ayre quando el viento sopla, tiempo en que sólo pueden fundir. Salen por la parte de abaxo de cada uno de estos agujeros unas como orejas pequeñas, en que se sustenta con carbón por la vanda de afuera, para que entre el ayre caliente. Pónense en lugares altos y donde corra el viento de ordinario”. Barba va más allá y describe cómo funcionan los pequeños hornos que en general los “naturales destas tierras” llamaban guairas y cómo mediante la astucia de hacerlos operar al aire libre y en lugares altos aumentaba la temperatura lo que los hacía más eficientes: “Estos son hornos portátiles de forma de una cajuela de barro crudo de un dedo de grueso. Tiene una vara y poco mas de alto y una tercia en ancho en el pie; de allí va ensanchando hasta media vara en lo más alto. Está lleno de ojos o bocas por la delantera, por donde recibe el viento con que se enciende y funde, y en los lados y espalda tiene otros ojos pocos y pequeños por donde sale el humo. Estos hornos ponen los indios en lugares altos y exentos, donde les da el viento con libertad; cuando el viento es escaso se suben a los cerros y cuando es mucho se bajan a lo llano… Funden en estos hornos de día y de noche, como tienen el viento. Hínchanlos de carbón y pónenles fuego y en lo alto echan el metal. Al pie del horno tienen puesta una cazuela de barro”. Hasta aquí todo bien, pero quienes eran los especialistas fundidores de aquellos tiempos, porque debió de haberlos para que el sistema de fundición funcione correctamente. Quiénes operaban estos precarios hornos de fundición Operar estos diminutos hornillos fue uno de los muchos problemas que tuvieron que resolver los chapetones cuando llegaron a las alturas enormes del Collao. Sobre la tecnología de este tipo de hornos muy usados al comienzo de la Colonia, se señala en fuentes documentales que se apoyó exclusivamente en los saberes y maestría de especialistas indígenas conocidos como Yanaconas guayradores. Al respecto, un documento de 1571 sostiene que estos especialistas llegaron a Potosí desde 77 localidades repartidas en los Andes centrales y significativamente desde 49 ubicadas en el Collao. La participación de oriundos del Collao enseñando la antigua metalurgia andina a los recién llegados la citan los mismos Cruz y Téreygeol en su investigación Yanaconas del rayo, donde textualmente sostienen “…Cuando este indio vido que no quiso llegar el español Olmedo al lugar do había sacado el metal que le había mostrado, díjole en Porco: ‘toma la mitad deste metal y fúndelo’, y el in3. Horno precolombino, una ilustración colonial de fundidores en Huayrachira.
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