REVISTA MINERÍA 559 | EDICIÓN ABRIL 2024

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / ABRIL 2024 / EDICIÓN 559 68 En resumida cuenta operar estas minas resultó terriblemente pernicioso para la salud y sin duda mortal, porque la mineración se hacía sin protección, determinando una gran nocividad en esas labores mineras, cuya consecuencia habitual era que los japiris que lograban sobrevivir, abandonasen la mina agobiados por temblores que nunca cesaban, babas sin fin, relajo del carácter que presto los exaltaba cuan pronto los enojaba y, lo peor, morían antes de los 30 años. De aquí, sin duda, nació el profundo rechazo de los naturales a este trabajo y las leyendas negras sobre el mercurio y la mina. Al referirse a tales calamitosos hechos en la mina de Huancavelica, Guamán Poma de Ayala diría: “En la dicha mina se acaba con los yndios". Don Melchor de Navarra, Duque de la Palata y Virrey del Perú (1681-1689) propuso un paliativo para reemplazar el mercurio de Santa Bárbara: "La mita de Huancavelica tiene las mismas dificultades en su entero, o mayores, que las del Potosí; por lo cual, cuando vine a este cargo, rebajé a ochocientos peruanos de los que tenian obligación de acudir a ella, y proveí que no los hicieran trabajar de noche, y cuando volviesen a sus pueblos, los dejasen descansar cierto tiempo (…) insto en que se traiga cantidad [de mercurio] de el de Almadén porque el que aca se beneficia, es fuerza que cada día sea menos respecto a la falta de peruanos (...)". En la realidad sus “remedios” no sirvieron de nada, pues los cadáveres de peruanos, “¡Ay! seguían muriendo”. La naturaleza también contribuiría: el terremoto de 1640 fue nefasto para la mina. Como recordamos, desde que don Martin Retuerto toma del mando en las colonias y la mineración a partir de entonces se hizo por socavón y Santa Bárbara no fue ajena. Sin ningún criterio de supervivencia y, menos técnico, entonces ajeno al conocer minero, las excavaciones habían sido tantas que debilitaron los cimientos de la mina y así poca energía le bastó al sismo de ese año para traerse abajo las estructuras internas. La desgracia se salda con más de cien muertos, cientos de heridos graves y grandes inundaciones en una de las primeras catástrofes minera de las que se tiene documentación. La Corona no dio brazo a torcer y puso fe en la sabiduría de su virrey a quien le pidió nombrase un gobernador exclusivo para Huancavelica esperanzando que un gobierno directo mejoraría la producción de la mina, el mercurio les urgía. El virrey nombra como Gobernador de Huancavelica a don Antonio Ulloa, un gentilhombre servicial, honrado y sabedor de la cosa minera, pero de carácter pasivo. ¡Craso error! Don Antonio tuvo un gobierno accidentado y fue ganado por la idiosincrasia del “minero” godo, pues en Huancavelica encontró “gentes insociables y pedantes, jactanciosas de su saber sobre el asogue”. El resultado: la producción cayó aún más y el virrey se vio en la necesidad de retirar al gobernador. Cuando Ulloa quiso abandonar el Perú, se le forzó a un “Juicio de Residencia” le embargan sus bienes y le conminan a “devolver docu3. Horno de Jabeca en el cerro Oropesa en Huancavelica.

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