PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 8 9 Prueba para sabe generación y otra. Ernesto padre se graduó en (1916) en la antigua Escuela de Ingenieros de la calle Espíritu Santo y perteneció a una generación que se mantuvo en la brega durante varias décadas no demasiado propicias para la actividad, hasta que en los años cincuenta, cuando sus carreras estaban ya muy avanzadas o llegando a su fin, conocieron un renacimientominero que, con altibajos, ayudó a sentar las bases de una actividad económica que resulta central en el país que hoy conocemos. Ernesto padre fue una figura destacada en la minería en la primera mitad del sigloXX. Su importancia, sin embargo, se hizomás visible en la última parte de su carrera, cuando las condiciones del país cambiaron y su larga práctica sobre el terreno le permitió convertirse en lo que se ha llamado un promotor minero; es decir, alguien capaz de reunir en base a su prestigio personal los diversos ingredientes y voluntades que se requieren para sacar adelante un emprendimiento minero, desde el capital hasta el conocimiento y la experiencia. Curiosamente, Ernesto hijo se graduó como ingeniero industrial obedeciendo a los deseos de sus padres, que creyeronque conunminero en la familia ya era suficiente. Eso, sin embargo, no impidió que casi desde el principió siguiera las huellas de su padre y tomara la posta conforme avanzaba la segunda mitad del siglo XX. De esa manera, entre una generación y otra, los Baertl, padre e hijo, suman casi un siglo de minería en el Perú. Esa es la historia que comienza en Colquijirca. A Ernesto hijo ese campamento le parecía más una extensión del paraíso que un lugar de duro trabajoy existencia austera. Tenía razones para creerloasí. Cobijado bajo el calor de una familia unida, para los ojos asombrados de un niño, ese campamento en el que hombres y máquinas trabajaban de sol a sol sería como un juegomagnífico que reflejaba unmundo inmejorable. Es cierto que, más tarde, cuando crecemos, llegamos a comprender que la perfección no es de este mundo y que aún los lugares donde hemos sido felices están lejos de ser el paraíso que una vez pensamos. Su sentido de la realidad es demasiado agudo para ignorar las sombras que podía proyectar un campamentominero de la sierra central en los años veinte. Pero incluso con esa comprensión de las cosas que otorga la visión de la madurez, ese campamento, y por extensión cualquier campamentominero, noha perdido para él algo de esemundomágico, cerrado y perfecto del Colquijirca de sus siete años. Incluso hoy, la sola mirada sobre una fotografía de un campamento minero basta para producir en él una sensación casi intraducible de belleza que, difícilmente, un lego podría comprender. Pero no era solo el campamento sino toda la comarca la que ha quedado registrada en lamemoriadeEBM. La ciudaddeCerrodePasco era el centro vital de una meseta que bullía de actividad, suma de una región que en esos años era el corazónmismo de laminería en el Perú. En sus recuerdos puede vislumbrarse la aparienciade esemundo a la vez

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