PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 10 11 Prueba para sabe arcaico y moderno, en donde el ferrocarril y el automóvil por un lado, y las llamas y las mulas, por el otro, compartían el mismo espacio y las mismas tareas. La plaza de Chaupimarca, con sus “casas comerciales” que hacían las veces de bancos, siempre abarrotadas de mercancías que llegaban de todo el mundo; las residencias de los gringos de “la Cerro” formando barrios idénticos a los que se construían en Nevada o Colorado, solo que aquí amás de cuatromil metros sobre el nivel del mar; las haciendas ganaderas de los alrededores, con ovejas y pastores escoceses, que se adaptaban perfectamente a un panorama que quizás no era demasiado diferente al de las highland. Ese fue el paisaje en el que se surgió la vocación de EBM. El país en el que desarrolló esa vocación ha cambiado mucho y, sin embargo, sería grato pensar que todavía es reconocible. Cuando llegó la edad de la escolarización, Ernesto se mudó a la casa de sus abuelos en Barranco. Se trataba de algo más que una aldea, lo que los diarios de la época describen como un balneario, aunque hacía mucho se había convertido en un lugar para habitar todo el año y no solo durante la temporada veraniega. Barranco era un pequeño pueblo en el que todos se conocían, unido a la ciudad de Lima por un camino polvoriento que pocos recorrían y una línea de tranvía en la que todos coincidían diariamente. Luego de sus estudios escolares siguió los pasos de su padre ingresando a la Escuela de Ingenieros. Así no fuera en la especialidadde Minas, no había dudas de que elmuchacho de 16 años estaba destinado a estudiar Ingeniería. Desde niño había tenido en casa un cuarto al que llamaba su laboratorio. Su estancia en la Escuela lo formó de diversas maneras, pero quizás lo quemás apreciaría con el paso de los años sería la estricta disciplina y gran exigencia académica que caracterizaba, en ese momento de la historia, a la casa de estudios que había fundado Eduardo de Habich hacía ya casi cincuenta años. Aún hoy, cada vez que sus compañeros de generación se reúnen -cosa que hacen todos los años, aunque cada vez sean menos- surge el tema de la Escuela de la calle Espíritu Santo y cuánta utilidad les reportó haberse formado en una institución con estrictas reglas de conducta y rendimiento. Apenas graduado su formación sería puesta a prueba en dos destinos laborales que formaron un paréntesis antes de su ingreso definitivo en la minería. El primero de ellos sería en la Hacienda Tumán, donde ingresó como asistente del jefe del ingenio azucarero aunque, por diversas razones, en muy poco tiempo, cosa de meses, pasaría a ocupar el puesto que dejaría vacante su jefe. Para un recién graduado, carente de experiencia, se trataba de un reto que ponía a prueba no solo su formación sino su personalidad y carácter. Superar esa prueba amuy temprana edad le proporcionó la seguridadnecesaria para asumir, paulatinamente, mayores responsabilidades. Todavía ocuparía otro puesto directivo en una fábrica de vidrios, pero su destino verdadero estaba en la minería que, a mediados de

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