PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 120 121 Prueba para sabe Por otro lado, muchas cosas necesarias en el trabajo no se pueden aprender en la universidad. En mi caso, por ejemplo, cuando salí de la Escuela de Ingenieros, una de las críticas que hacía de la formación recibida era que nadie me había enseñado a utilizar una máquina de calcular, esasmáquinas de escritorio, conbotones y palanca para sumar y multiplicar. No aprendíamos nada del trabajo de oficina, pero en el laboratoriohabía que hacer trabajo de oficina: los partes de producción, cuántas toneladas de azúcar se producían, cuántas toneladas demieles, los reactivos que se consumían…todo eso requeríaun trabajode oficina que tuve que aprender en la práctica. Cuando me ascendieron a Ingeniero Jefe de elaboración mi responsabilidad también se acrecentó. Me entregué por completo al trabajo. Todo marchaba bien hasta que ocurrió algo imprevisto. Un conceptomuy importante en el funcionamiento de la planta era el de la recuperación. Se trataba de un cálculo que se hacía sobre cuántas toneladas de caña con sacarosa ingresaban y cuántas toneladas de azúcar con sacarosa salían. Tumán se jactaba, en esa época, de poseer el gran diploma por los mejores resultados en índices de recuperación, incluso superiores al de los grandes ingenios de Hawai. La producción de Tumán era formidable y su tasa de recuperación resultaba fantástica. Pero resultó que cuando yo me hice cargo, a la hora de hacer los partes de producción, la recuperación se vino al suelo. ¡Adiós Hawai! ¡Adiós diploma! Desde luego, quedé consternado con este descubrimiento al que no le encontraba explicación. ¿Por qué no podía obtener los índices de recuperación que alcanzaba el Ingeniero Solano? ¿Qué estaba haciendo mal?Me rompía lacabezaynoencontraba la respuesta. Entoncesocurrió unhecho casual. Yo eramuy amigode JuanitoGianotti, jefe del almacén demateriales donde se registraban todos los elementos que salían para la planta. En este casome interesé por los reactivos del laboratorio y los papeles para los filtros que se utilizaban en la pruebas. Undía enqueme encontraba muy preocupado por la caída de la recuperación, le conté todo esto a Juanito. “Fíjate lo que me está sucediendo –le dije–, estoy quemándome las pestañas, tratando de encontrar por qué razón han bajado los rendimientos”. “Oye –me dijo– yo veo, ahora, que ustedes están sacando del almacén reactivos químicos y papeles de filtro que antes nadie sacaba”. Entoncesdescubrí loqueestabasucediendo.ElamigoSolanollenabalos formularios al gustodel cliente, por eso los rendimientos eran imbatibles. Simplemente nadie hacía los análisis y los resultados se inventaban para mantener contentos a todos. Presentar este descubrimiento a los Pardo no era tarea sencilla, pero pude demostrar mi punto en base a que antes no salían del almacén los elementos necesarios para hacer los análisis. Los Pardo saltaron hasta el techo cuando comprendieron el fraude. No me dieron una medalla pero me felicitaron. Recién entonces pudimos comenzar a tener un registro cierto de los rendimientos, que no eran malos pero tampoco como los de Hawai.

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