PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 138 139 Prueba para sabe y a nadie se le ocurriría llamar a una empresa diferente para que se encargase de ella. Eso vendría mucho después. Tampoco había mano de obra suficiente, teníamos que recurrir a los ‘enganchadores’. En esa época la fuerza física contaba mucho más, había maquinaria pero todavía se recurría a la fuerza humana para hacer los trabajos. Los peones eran todos de la sierra y los puneños tenían fama de ser los mejores trabajadores y los quemás tiempo se quedaban. Los de la zona deHuancavelica yAyacucho traían su comida, sus papitas, su carnecita, trabajabanuntiempo, nogastabanencomidaycuandocobrabanse iban. El “Hilton” era el hotel para empleados donde vivían los solteros. También teníamos un comedor atendido por un cocinero de la selva que se apellidaba Lesmes y unmozo, Alejandro, quien te servía el plato con los dedos metidos dentro de la comida y, ante cualquier pedido, siempre tenía lamisma respuesta: “No hay”. La comida eramuy simple y los postres clásicos eran duraznos al jugo o ciruelas en almíbar. Había tambiénpersonasquehacíansupequeñonegociodepensiones, atendiendo las necesidades de la gente. Los trabajadores vivían en cuartos de barro, hechos con moldes de madera que se llenaban de tierra y comprimidos con un mazo, pues eran más abrigadores. El piso era de tierra, enmaderado, y el techo de calamina con un cielo raso. De todas maneras, el frío era terrible. Teníamos agua potable y alcantarillado en el hotel. Esos servicios se fueronmejorando conforme la compañía evolucionaba y se modernizaba. La seguridad dentro de la mina era otro problema. Se presentaban accidentes tontos porque muchas veces los trabajadores no estaban capacitados. Recuerdo un accidente en un frente en el que los taladros, cargados con los cartuchos de dinamita interconectados con sus guías, se prendieron. Todos los trabajadores se debían alejar y ponerse en un lugar seguro; sin embargo, uno de ellos se acordó que había dejado su bolsa de coca, regresó a recogerla y voló en pedazos. Otro accidente ocurrió en la tolva de mineral. Las tolvas son depósitos grandes en donde se acumula el mineral y, por la parte baja, se le saca para llevarlo a la concentradora. Un trabajador cayó dentro de la tolva, lo tapó el mineral y murió instantáneamente. Sacarlo de allí fue lo más difícil, pues rescatar el cuerpo nos demoró dos días. Sucedían cosas así, que no debían ocurrir pero que aparecían de improviso. Muchos de los trabajadores eran gentemuy sencilla, casi inocente, y queni siquierahablabancastellano. Eran los famosos “yaus”,muchachos que tenían18 o 20 años y que venían enganchados. Sus sombreritos con adornos de lana indicaban si eran solteros, si estaban libres, imponiendo todo un sistema de identificación. Esosmuchachos no eran conscientes de los peligros. En Huancavelica, las autoridades y notables que allí vivían, tenían a estos “yaus” como sirvientes. No les pagaban, solo les daban de comer y dormían en los patios de las casas. Todo eso fue desapareciendo con la profesionalizacióndel oficio. Losminerosdejaron de ser trabajadores eventuales y se abrió el paso a gentemás experta que no propiciaba los accidentes tontos en los que caían estos pobres “yaus”.

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