PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 140 141 Prueba para sabe Yomismo alguna vez estuve en peligro por causas de los gases. Con Carlos Alvarado entramos a una zona que se había dejado de trabajar en la parte baja de la mina. Normalmente uno no se da cuenta que está respirando gas pero, en esa época, todavía usábamos lámparas de carburo para alumbrarnos, de esas que se apagan a falta el oxígeno. Así fue que nos dimos cuenta de lo que pasaba y corrimos hasta que logramos salir a la superficie. La lámpara de carburo nos salvó la vida. Luego tuve accidentes de tráfico en la camioneta, pero como se andaba despacio nunca hubo demasiado peligro. Una vez subía yo de Pisco a la mina con una Studebaker –los Picasso eran distribuidores de Studebaker, así que nosotros teníamos que usar esa marca–y de pronto me quedé con el timón en la mano. Se había zafado el pin sabe Dios por qué. Simplemente no había timón. Felizmente logré frenar, arreglar el timón y seguir el camino. En esos viajes, dos o tres veces se me rompió el muñón de la rueda delantera de la camioneta y la llanta salió disparada. Eran unas trochas infames, tanto así que de Castrovirreyna a la mina había un tramo que se llamaba ‘las tripas de Gastelumendi’. Gastelumendi fue el ingeniero que hizo el trazo y la manera que concibió para ganar altura tenía la forma de un intestino. Organizamos una compañía que llegó a funcionarmuy bien, a todo vapor, claro que dentro de los estándares de la época. Fue por entonces que tuveuna experienciaqueme abrió los ojos. EstandoyoenCaudalosa trabajaba con los usos de esa época, con personas como don Luis Picasso y donLeónRosenshine que -segúnmi padre- tenían siempre la costumbrede comprarmaquinariade segundamano,maquinaria vieja. El criterio era que ‘usadito’ salíamás barato. Pero sucedía, por ejemplo, que las fajas sobre las que se transportaba el mineral para pasarlo al molino eran angostitas y chorreaban elmineral hacia el suelo. Uno creía que así tenía que ser. Hasta que hice una visita a Toquepala, que estaba recién comenzando, y vi cómo trabajaban: las fajas eran anchas, todo estaba limpio, bien iluminado. “¡Carajo –pensé– esto es otra cosa!”. Desde allí comencé a cambiarlo todo. Pacococha la hicimos con todo nuevo y de primera, Milpo también. Ese viaje a Toquepala cambió mi manera de entender ciertas condiciones de trabajo. Después hice otros viajes internacionales y seguí visitandominas, viendo otras realidades, pero todo eso fue parte de una larga evolución personal y colectiva. En las minas se trabajaba con mucha voluntad y no poca ciencia, pero también había descuidos que resultaban muy costosos. Así fui identificando algunos que, mitad en broma ymitad en serio, llamé “los tres enemigosde laproducción”. El primeroera la comba.Ante cualquier problema mecánico siempre había alguien que, frente a una pieza atorada, recomendaba sin contemplaciones: “Métanle comba”. Aveces funcionaba, perootras veces empeoraba la cosa. El segundo “enemigode la producción” era la llave Stillson. Por facilismoo escaso equipamiento, ante un perno por aflojar, entraba a tallar la famosa llave Stillson, sin considerar que los pernos de maquinaria especializada tenían unas características únicas que la Stillson terminaba limando y convirtiendo

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