Ernesto Baertl 176 177 Prueba para sabe Se comenzó a trabajar Pacococha enviando el mineral a la planta concentradora que el Banco Minero tenía en la zona, cuyos molinos y equipos habían sido llevados hasta ese sitio apuntade esfuerzohumano, pues aún no se había construido la carretera. Era una pequeña planta que funcionaba para todo el distrito, en el que también tenían minas los señores Zacarías y Proaño. El Banco Minero manejaba plantas concentradoras en distintos lugares del Perú, pues la filosofía de la época rezaba que ésa era la forma de hacer económicamente sostenible la producción de los pequeños mineros. La planta era operada por el propiobanco y cobraba unporcentaje por tonelada tratada. Funcionaba comounaoperacióndemaquila: túentregabas 100 toneladas demineral y te devolvían cuatro o cinco toneladas de concentrado. Esa era la situación hasta que se tomó contacto con el señorDaman, de la Denver Equipment de Estados Unidos, fabricante de maquinaria para la minería y cuyo representante en el Perú era Flavio Mazzetti. Don Arturo Daman era un visionario, un emprendedor que siempre veía una oportunidad. Por ejemplo, vino un par de veces al Perú en la época en que la industria de la harina de pescado se desarrollaba un poco a la criolla. En una de esas visitas, al bajar del avión, notó el fuerte olor a harina de pescado que había en el aire; entonces el gringo aspiró profundamente y comentó: “¡Carajo, aquí huele a plata!”. Estábamos enplenas conversaciones con la oficina local de laDenver Equipment para comprar maquinaria cuando Daman, por iniciativa propia, nos hizo una propuesta muy interesante: él instalaría por su cuenta la planta de flotación de Pacococha y, a cambio, se le entregaría el 40 por ciento en acciones de la compañía. Nosotros aceptamos encantados y, por primera vez en la mediana minería, se instaló una planta concentradora conplanos bienhechos. Eso era algo insólitohasta entonces. Normalmente se tomaba un tablero de dibujo, una regla T, dos escuadras, un escalímetro, lo necesario para hacer cuatro rayas y con eso se comenzaba a construir. Como ejemplo de esa práctica nefasta está la historia de doña Elisa Bahamonde, conocida como la Mamá Elisa, que tenía un hotelito en Huariaca. Aese hotelito se bajaba desdeCerrode Pascode 4,100metros hasta los 2,800. Eramuy agradable pasar allí un fin de semana. En uno de esos viajes, laMamá Elisa le dijo ami padre y a donAquilesVenegas: - “Estoy construyendo una ampliación del hotel”. - “Ah sí, que bien –la felicitaron–. Vamos a ver”. Así que se fueron caminando para chequear la ampliación del hotel y en eso Venegas le solicita: - “Mamá Elisa, enséñanos tus planos para ver qué estas haciendo…”. - “¡Pero qué cholo tan burro eres!”, le dijo ella. “¡Cómo voy a tener planos si no he terminado la construcción!”. Ese era la forma de pensar, el concepto que se tenía. ¿Cómo voy a tomarle una foto al bebé si todavía no ha nacido? Con Pacococha
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