Ernesto Baertl 192 193 Prueba para sabe de tiempo, así que me pusieron dos apodos. Uno de ellos era “El Señor de los Milagros”, no porque tuviera la capacidad de hacer milagros, sino porque siempre llegaba de-morado. Y como una de mis grandes terquedades siempre fue el noendeudarnosmásde lonecesario, también me pusieron “el Iletrado”, porque nunca firmaba una letra. De esamanera repartíami tiempo como ejecutivo de tres empresas, como director de catorce compañías y cada dos meses me escapaba para ver los trabajos de la mina. Entonces, cuando visitaba las minas por unos días, podía volver a las antiguas rutinas en las que siempre me había sentido a gusto. Eran jornadas con mucha actividad. Por las mañanas ingresaba a la mina para ver en directo los trabajos que se estaban haciendo y los que se planeaban para más adelante; y, por las tardes, me ocupaba de las necesidades en la concentradora y en la administración. Cuando iba a Pacococha me quedaba a dormir en la casa que teníamos en San Mateo y en mi visita a Milpo bajaba a dormir en Rayhuán, allí donde teníamos una casita al lado de la central hidroeléctrica, cerca de La Quinua, un lugar cuyo clima era un poco más benigno. En Castrovirreyna todavía estaba la casa de San José al cuidado de un guardián. Ya no era mi casa pero estaba preparada para que se alojaran los ingenieros. Después de un día de trabajomuy intenso dormíamuy bien en la altura. Creo que hastame aumentaba el apetito. Cuatro días de visita por mina era el promedio de mis estadías antes de regresar a la ciudad. Milpo siguió afianzándose como una empresa de primer nivel. En cambio, Caudalosa, donde comencémi carrera comominero, tuvoque cerrar en los años noventa. El hecho es que económicamente ya no se justificaba su explotación. Lo que se extraía ya no alcanzaba para cubrir los gastos y no había perspectivas para el futuro. Lo mismo sucedió en Pacococha. Pero eso ha cambiado en los últimos tiempos, ahora están abriendo muchas operaciones y reabriendo otras por el notable incremento en el precio de los metales. Arcata y Caylloma estaban en Arequipa y Acarí en Nazca. Si bien era miembro del directorio, también tenía el compromiso de visitar las operaciones. Pero además de éstas estaba involucrado de distinta manera en otras minas, como con mi activa participación en el grupo Hochschild. Con Lucho Hochschild fuimos a París en la época en que los franceses decidieron vender Huarón. Negociamos y compramos esta mina ubicada en la Pampa de Junín, muy cerca de lo que era Río Pallanga. Se formó la compañía y nosotros tuvimos una participación pequeña en las acciones pero, usando los recursos de las otras, se puso en buen pie esta empresa. Los Brescia tenían la CompañíaMinera Alianza en la zona alta de Aija -donde nació el sabio Santiago Antúnez de Mayolo- que queda bajando de Conococha, antes de llegar a Huaraz, en una zona de mucha actividad minera. Incluso estaba instalada allí una pequeña planta concentradora del Banco Minero. En esa región también se
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