Ernesto Baertl 216 217 Prueba para sabe rumbo de la vida de María del Carmen, casi se le acabaron los sueños, las ilusiones y se dedicó íntegramente, por cinco meses, al cuidado de su madre. Por el trabajo yo no podía estar allá todo el tiempo. Gracias a Dios llegó su tía Juanita Pardo, quien la ayudó y acompañó en ese trance. Mucho tiempo después, me confesó que antes del accidente ella había planeado quedarse en casa de unos amigos para estudiar en Europa. Lo había organizado todo sin que nadie más lo supiera. Por ello y por muchas cosas más, lo más justo para con María del Carmen es decir que esmi ángel de la guarda. Ha sidomi soporte desde la primera intervención a la que me sometí en Houston y, producto de las experiencias vividas con su madre, ha alcanzado una sensibilidad que pocos seres humanos poseen, hasta podría decir que me adivina el pensamiento. Todo el tiempo está pendiente de las necesidades de los demás. Ve por mí, ve por su madre, ve por sus hijos. Imagino que al principio debe haberle sido difícil vivir entre los tres hermanos, pero eso también debe haberle cuajado el carácter. María se casó y tiene dos hijas preciosas, exitosas en lo personal y profesional. Fiorella, la mayor, obtuvo un MBA en una prestigiosa universidad de Madrid, trabaja y se acaba de casar para formar una gran familia. Vanessa partirá pronto a Europa para hacer unamaestría, retomando el camino que dejó trazado y pendiente su madre. Ambas han tenido el apoyo de ella para dejar el nido, volar solas y convertirse en mujeres de éxito. Jorge es el menor de los hermanos. Cuando era chiquito estábamos caminando por el campo de golf con mis otros hijos, se paró en un montecito de piedras y me preguntó: “¿Papá, las arañas toman agua?”, mientras miraba un pocito entre las rocas. “Nooo, –les dijeron sus hermanos- tomanCocaCola”. Esa ha sido siempre parte de la dinámica familiar. En los viajes que hicimos a Estados Unidos o a Jamaica ellos se banqueteaban y lo fregaban duro. Hasta ahora como que Jorge les huye cuando se juntan. Siendo el menor, era el engreído de Gladys y de allí ese afán en la carga de los mayores. Muchos de esos viajes los hacíamos en auto y, cosa curiosa, cuando hagomemoria recuerdo a Jorge asociado a anécdotas relacionadas con estos vehículos. Justamente él era quien me ayudaba a buscar en los periódicos cuando necesitaba un auto nuevo. También recuerdo que cuando estaba empezando amanejar le daba la tarea de que me sacase el auto del garaje, uno de esosOldsmobile grandes con el embrague tan duro que Jorge se daba maña para meter los cambios con lo dos pies presionando el pedal izquierdo. Finalmente lograba su cometido. Pero la anécdota mas graciosa fue cuando, estando en Jamaica, alquilamos un arenero, de esos tipo ‘buggy’, todo colorinche y lleno de flores a la usanza hippie de la época. Para pasear por toda la costa estaba bueno, pero grande fue la conmoción de su mamá cuando la llevamos en ese vehículo a la iglesia pues, sonrojada, no sabía adóndemetersemientras bajaba de ese arenero de escándalo. Para él todo eso eramuy divertido.
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