Ernesto Baertl 52 53 Prueba para sabe “El Comercio” una página completa dedicada a él. Juan Bautista había vivido en el Perú durante más de 35 años y se había ganado el respeto y el cariño de mucha gente. Mi abuela paterna se llamaba Amalia Schütz Ortlieb, y mi abuela materna Julia Schütz Ortlieb. Mis dos abuelas eran hermanas. Las Schütz eran cincomujeres, hijas deDonErnesto Schütz y deDoñaRosa Ortlieb. Las otras tres hermanas eran Carolina, que casó con Amado Montori Lopátegui, Clara que casó conunmilitar apellidadoLaTorre y, la quinta, Rosa, casada conAurelio deDíazUfano. De la abuelaAmalia tengo el recuerdo de una persona un poco triste, muy apagadita, y así la veo en las fotos en las que aparece siempre sentada y con un aire un poco ausente. Vivía junto a su hija Ana en una casita muy simpática de la calle Alcanfores en Miraflores. Mi otra abuela, Julia, con la que viví desde los siete años, era todo lo contrario a su hermana. Tenía un carácter alegre, era muy engreidora, llevaba su casa de Barranco con mucho orden y era la organizadora de los almuerzos del domingo adonde acudía toda la familia. Pero con quien desarrollé una relación más estrecha fue con mi abuelo materno, Víctor Montori Anacabe. No es de extrañar que con el tiempo yo me sintiera más unido a él. Era el mayor de los nietos y vivía en la misma casa; además, era mi padrino de bautismo y él me decía ahijado. Como mi padre vivía en la sierra, el abuelo Víctor fue la figura paterna de la casa durante esos años en Lima. Había nacido el 12 de abril de 1861, en Plencia, España, un pueblito pequeño muy cerca de Bilbao, la capital del país vasco. Llegó al Perú a los 19 años y entró a trabajar como mozo en el Bar del Hotel Mauri. Conformepasó el tiempo se independizó, tuvovarios socios y construyó y operó el molino de trigo de Santa Clara que quedaba en los Barrios Altos. Elmolino estaba instalado enuna casamuy hermosa donde vivía toda la familia.Una casa que teníaunconjuntode esculturas demármol en el frontis que, lamentablemente, fueron desapareciendo con el paso de los años y la decadencia del otrora barrio alto. Probablemente él construyó esa casa, pero la que certeramente sí edificóy terminó en1916 fue la casa de la Avenida Sáenz Peña 102, en Barranco; la casa en la que nací y viví desde los siete años hasta quemis padres semudaron a Lima mucho tiempo después. El abueloVíctor hizo dinero en lamolienda de trigo y panaderías. A partir del molino de Santa Clara invirtió parte de sus ganancias en la compra de propiedades destinadas al alquiler. Esta era una modalidad muy usual en esa época, comprar y alquilar casas para “vivir de las rentas”. Las propiedades del abuelo quedaban en distintos lugares de Lima. Recuerdo una en la calle de Pilitricas y otra en Lince. Más tarde, cuando yo ya era un adolescente, me encargaba cobrar los alquileres y así me ganaba una comisión. El abuelo vestía permanentemente como un señor del siglo antepasado. Desde la hora del desayuno se aparecía en la mesa con terno, cuelloduroy corbata. Enel chaleco llevabauna cadena de oroque enun extremo tenía unmonedero, tambiénde oro, endonde se ponían las Libras deOro peruanas, que en esa época tenían valor circulatorio y
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