59 La moda era peinarse a lo Carlos Gardel Dejar el campamentodeColquijircaparamudarme aBarranco representó un gran cambio, pero no por eso variaron las condiciones dentro de las que se suponía debía desarrollarse mi existencia. Un chico en los años treinta tenía que cumplir determinadas reglas y estaba sujeto a ciertosmandatos que, probablemente, le resulten difíciles de comprender a un chico de estos tiempos. Una de las cosas quemás ha cambiado es el ambiente de religiosidad en el que se desarrollaba la vida de la gente común y corriente y, desde luego, la existencia de los más jóvenes. El calendario anual era una sucesión de fiestas religiosas, comenzando por los primeros viernes de cada mes que incluían el ayuno, la confesión, la comunión y la penitencia. Los chicos ocupábamos un lugar obligatorio en esas ocasiones y a nadie se le ocurría preguntar nuestra opinión y, mucho menos, a nosotros se nos pasaba por la cabezamanifestar algún tipo de desacuerdo. Simplemente el mundo era así y todos cumplían lo que se esperaba de ellos. Las fiestas religiosas eran, además, manifestaciones
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