PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 90 91 Prueba para sabe Conmigo ingresaron 54 ó 55 muchachos con los que compartí las aulas y patios de nuestra querida casa de estudios. El quinto año lo terminamos 52 alumnos divididos en las siguientes especialidades: 8 de Química industrial, 21 de Construcción civil , 9 de Minas, 4 Mecánicos electricistas, 5 Sanitarios, 3 Mecánicos aeronáuticos y 3 Arquitectos. En total, en la Escuela había alrededor de 500 estudiantes inscritos en alguna de las siete especialidades. En la actualidad, en la UNI hay 32 especialidades e ignoro el número de estudiantes que, seguramente, se cuenta por miles. Con toda mi promoción entablé una relación de amistad y trabajo profesional que se extendiódurantemuchos años. El ambiente reducido y la frecuencia del trato hacían que todos nos conociéramos. Por otro lado, en muchos casos ya existía una relación entre nuestros padres y madres, por lo que frecuentemente éramos invitados a tomar el té en la casa de algún compañero. En la promoción de Química Industrial éramos apenas ocho alumnos, todos amigos, aunque naturalmente había más afinidad entre algunos. Junto con otros tres compañeros formamos un grupo que se reunía frecuentemente para estudiar y para otras cosas. Allí estabaGonzaloRaffo, amigomuy cercanodesde los años de primaria, a quien llamábamos “Cara deDiablo” o “Chuchuy”, una especie de piojo de las gallinas, por su capacidad para joder cuando quería. Antonio Tarnawiecki, al que llamábamos “Pericote”, no por sus costumbres sino por su apariencia física, ligeramente ratonil. Antonio que eramuy inteligente, llegaba tarde a las reuniones de estudio pero le bastaba dar una mirada a los apuntes para entenderlo todo y explicarnos de qué se trataba. Finalmente estaba el gringo Henry Harman, que de chico había estudiado en Inglaterra por lo que le quedaba unmarcado acento inglés. A él le decíamos “Mister C” (“C” pronunciado en inglés, aunque era por conchudo). Harman no se mordía la lengua cuando se trataba de pedir algo. Cuando estábamos en una práctica a bordo del Vapor “Urubamba”, “Mister C” siempre pedía ‘otra tacita de té’, pero el colmo ocurrió en una visita que hizo el Presidente Manuel Prado a nuestro campamento durante unas maniobras militares en el año 41. Parece que “Mister C” conocía a Prado desde los años en que vivía en Inglaterra; el hecho es que se acercó a Prado y muy suelto de huesos con su acento inglés le dijo: “Señour Presidente, nousotros necesitamos quaker en el desayuno”. Entre los compañeros teníamos a dosmuchachos judíos que habían llegado al Perú de chicos, Enrique Tinman e Isaac Blank. “Moisés” y Jacoibo”, como los llamábamos, siempre estaban peleados entre ellos, y nosotros bromeábamos que era a causa de “Rebeca”. Otros compañeros de Química Industrial eran Óscar Almenara, “Cocoliche”, y Héctor Ustáriz, unmuchachomuy peculiar, bohemio, chalaco, conocido como “Copaiba”, que años más tarde dirigió en Huánuco una fábrica de cocaína, cuando la cocaína no estaba prohibida y era una producto de exportación “no tradicional”.

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