REVISTA MINERÍA 550 | EDICIÓN JULIO 2023

MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero MINERÍA / JULIO 2023 / EDICIÓN 550 81 lo más probable, utilizando las mismas rutas del comercio de la obsidiana. El jade por su gran dureza, debió ser cortado con cordeles y arcos, con los cuales se lograba hacer por frotación canales o ranuras, después se debieron utilizar piedras abrasivas, agua y otros elementos más, para elaborar los diversos objetos de arte. Cuentas o bolitas para los collares, orejeras, pendientes, pectorales, muñequeras, máscaras, collares, diademas o coronas, narigueras, pulseras y anillos, se elaboraron con el jade, incluso se confeccionaron máscaras funerarias; en fin, diversos objetos que debieron servir como adornos para la elite gobernante maya. La utilización de adornos de jade, simbolizaba la riqueza y el estatus social de quien los poseía, en vida como después de la muerte. También se fabricaron objetos de jade para depositarlos en los lugares sagrados, como en el Cenote de los Sacrificios, que se ubicaba en Chichén Itzá. Este lugar situado en el actual estado de Yucatán, república de México, fue un importante centro religioso de los mayas. De diversas zonas llegaban peregrinos a esta ciudad sagrada, para solicitarles a los dioses, la satisfacción de su necesidades. Chichén es un término maya que significa “boca del pozo” (chi, boca y chen, pozo). Quienes llegaban a este lugar, depositaban ricas ofrendas al cenote, un pozo de agua de gran profundidad, unos 20 metros hasta la capa freática y unos 60 de diámetro. Creían que allí residían los dioses, por lo cual les ofrecían diversos objetos preciosos, en especial de jade, oro y plata, objetos de cerámica, textiles y otros más. La costumbre de dejar algunas ofrendas en los lugares mayas considerados sagrados, como en Chichén Itzá, era muy similar a los efectuados por los incas, que lo hacían en las llamadas apachetas, palabra quechua que significaría amontonar piedras. Las apachetas eran unos lugares ubicados generalmente en los caminos, donde los viajeros dejaban al pasar sus ofrendas consistentes en hojas de coca, plumas de aves, granos de maíz, piedras y otros más. Con estas, ellos creían obtener ventura en su travesía; con el transcurrir del tiempo, se acumulaban montículos de piedras, indicando de esta manera, que este era un lugar sagrado. Los incas no conocieron el jade. Los aztecas debieron conocer al parecer, un jade de color azul, que provenía del actual estado de Guerrero. Bibliografía Landa, Diego de. 1985. «Relación de las cosas de Yucatán» [1566]. Historia 16, Madrid, España. Jade.

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