MINERÍA la mejor puerta de acceso al sector minero EDICIÓN 576 / SEPTIEMBRE 2025 40 solo el comienzo de la historia. Buceemos en busca del tamaño real del iceberg. La profundidad “inmaterial”: la transición digital La noción de una economía digital "inmaterial" es uno de los grandes mitos de nuestro tiempo. Cada búsqueda en internet, cada transacción de criptomonedas y cada consulta a una inteligencia artificial (IA) tiene una huella mineral tangible. La infraestructura física que soporta el mundo digital es un consumidor voraz de minerales críticos. Una demanda que se suma y compite con la de la transición energética. Los centros de datos, la espina dorsal de la nube y la IA, son complejos industriales que dependen de una amplia gama de materiales: galio y germanio para semiconductores de alto rendimiento, silicio para chips, tántalo para condensadores, cobre para conectividad, elementos de tierras raras para componentes electrónicos avanzados y hasta helio para refrigeración. La escala es asombrosa: la fabricación de un solo ordenador portátil de 1.5 kg moviliza aproximadamente 600 kg de materias primas, mientras que un router de internet de 200 gramos requiere unos 500 kg. A esto se suma el despliegue global de las redes 5G, que demandan una infraestructura de antenas y equipos mucho más densa que las generaciones anteriores. Esta tecnología es particularmente intensiva en plata, el mejor conductor para semiconductores y cableado. Se estima que la demanda de plata para aplicaciones 5G aumentará un 206% para 2030 en comparación con los niveles actuales. El nexo entre las transiciones digital y energética crea un poderoso ciclo de retroalimentación. Los centros de datos son enormes consumidores de electricidad y la requieren verde. Solo en Estados Unidos de América, ya representan el 4% del consumo eléctrico nacional, una cifra que se proyecta que supere el 9% para 2030. La presión para alimentar esta creciente infraestructura digital con energía renovable multiplica la demanda de los mismos minerales necesarios para paneles solares, turbinas eólicas y baterías, creando una espiral de demanda mineral. La Figura 4 expone los niveles de criticidad de los minerales ligados a este ciclo de retroalimentación entre las transiciones digital y energética para los próximos 10 años. Las corrientes geopolíticas: la transición de seguridad nacional En la última década, los minerales críticos han migrado del ámbito de la política comercial al centro de la estrategia de seguridad nacional. Las cadenas de suministro han dejado de ser meras rutas logísticas para convertirmaterials: gallium and germanium for high-performance semiconductors, silicon for chips, tantalum for capacitors, copper for connectivity, rare earth elements for advanced electronic components, and even helium for cooling. The scale is staggering: manufacturing a single 1.5 kg laptop mobilizes approximately 600 kg of raw materials, while a 200-gram internet router requires about 500 kg. Added to this is the global deployment of 5G networks, which demand a much denser infrastructure of antennas and equipment than previous generations. This technology is particularly intensive in silver, the best conductor for semiconductors and cabling. Demand for silver for 5G applications is estimated to increase 206% by 2030 compared to current levels. The nexus between digital and energy transitions creates a powerful feedback loop. Data centers are huge consumers of electricity and require green electricity. In the United States alone, they already account for 4% of national electricity consumption, a figure that is projected to exceed 9% by 2030. The pressure to power this growing digital infrastructure with renewable energy multiplies the demand for the same minerals needed for solar panels, wind turbines and batteries, creating a mineral demand spiral. Figure 4 sets out the criticality levels of minerals linked to this feedback loop between the digital and energy transitions over the next 10 years. Geopolitical Currents: The National Security Transition In the last decade, critical minerals have migrated from the realm of trade policy to the center of national security strategy. Supply chains have ceased to be mere logistical routes to become a geopolitical battleground, where control of access to minerals is a form of power, the critical has become strategic. The "militarization" of these supply chains is already a reality. China has demonstrated its willingness to use its dominance in mineral processing as a tool for pressure. Since 2023, China has its mid-stream dominance (refining, chemicals, anodes/cathodes) as an instrument of power. Export restrictions on gallium and germanium in July 2023, on graphite in October 2023, and on rare earth processing technologies in December 2023 and in 2025, have not been isolated acts, but strategic signals directed at its geopolitical competitors. The response from the West has been forceful. The North Atlantic Treaty Organization (NATO) approved in June 2024 its "Defense-Critical Supply Chain Security Roadmap" (Figure 5), which formalizes the need to secure access to strategic materials as a pillar of collective defense and deterrence capability. This new
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