PRUEBA PARA SABE

Ernesto Baertl 94 95 Prueba para sabe exacta del uso de sus trajes, donPedroAbel parecía no prestar lamenor atención a la ropa que llevaba puesta. No era extraño que apareciera en clases con el pantalón un poco meado y los botones fuera de sitio. Era un profesor demasiado ocupado en las altas matemáticas como para ponerse a pensar en el detalle insignificante de su apariencia. Esa impresión de genio distraído se corroboraba cuando, en plena clase, después de haber desarrollado sus elaboradas ecuaciones ante nuestros asombrados ojos, procedía a borrar el pizarrón utilizando su propio pañuelo que, a continuación, guardaba en el bolsillo del terno enmedio de una nube de polvo de tiza. Aunque me aplazaron, ambos eran, con estilos muy diferentes, excelentes profesores. Otromaestro sobresaliente en el primer año fue don Héctor Velarde, que nos enseñaba Geometría Descriptiva, una materia que no puede entenderse hasta que unono se la ve desarrollada en el espacio. A partir del tercer año recuerdo a Enrique Góngora, que nos enseñaba el curso de Hidráulica de ocho a nueve de la mañana y que, con toda puntualidad, cerraba la puerta del salón apenas llegaba. Más bromista y distendido era el profesor de Topografía, Claudio Bueno, que vivía en Miraflores, por la Bajada Balta, adonde nos citaba para hacer los planos de su curso. El profesor Bueno tenía dos hijas muy simpáticas, lo que era otro aliciente para no faltar a sus clases. Teníamos también un profesor de Dibujo, E. Lazarte, que nos enseñaba a manejar las plumas, tinta china y escuadras. Nuestro profesor de Química Inorgánica era don Germán Pflucker. Con el mismo apellido, aunque no eran parientes, también estaba don Wilfredo Pflucker, de carácter muy diferente, campechano y alegrón. don Ernesto Diez Canseco nos enseñaba Construcciones Civiles. Una personalidad de la Lima de entonces era don Germán Morales Macedo, profesor de Docimasia, un nombre complicado para decir Laboratorio. José del CarmenMarín, unmilitarmuy distinguido, nos enseñaba Estrategia Militar, un curso que podría llamar la atención en una escuela de ingenieros si no fuera porque vivíamos los años del conflicto con el Ecuador y la Segunda Guerra Mundial. Quienes estudiamos durante la Segunda GuerraMundial tuvimos la suerte de beneficiarnos con una oleada de profesores europeos que huían del terrible conflicto. Entre otros vino el padre de Tomás Unger, donGerardo Unger, que enseñaba termodinámica con un estilomuy metódico. También llegó el profesor don Edmund Fabié, francés, que nos daba clases fuera de horario y que en determinadomomento quiso naturalmente cobrarnos por las clases. “Mirenmuchachos –nos dijo–, el cura no dice misa si no le pagan”. Había también un profesor ruso Kuryasev, que enseñaba metalurgia, y que el día que nos graduamos e hicimosunafiestaenel local de laSociedadde Ingenieros, enLaColmena, preparó un poderoso cóctel que puso fuera de combate a la mayoría de miembros de la promoción. En general se trataba de un grupo de profesionales que se complementaron con los profesores nacionales. La antigua Escuela de Ingenieros era un lugar muy exigente. Don Enrique La Rosa, el Director, continuando la línea de sus antecesores,

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