Desde el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) recibimos con optimismo el anuncio de la minera sudafricana Gold Fields, que evalúa adquirir nuevos proyectos o una mina avanzada en el país, ante el futuro cierre de su operación Cerro Corona, en Cajamarca. Esta decisión confirma que el Perú sigue siendo un destino atractivo para la inversión extranjera y que los capitales privados mantienen confianza en nuestro potencial geológico.El anuncio llega en un momento clave: el país necesita intensificar la exploración minera para descubrir nuevos yacimientos que aseguren la continuidad de la industria, fuente esencial de ingresos ficales y desarrollo regional. Además, el Perú está llamado a cumplir un rol estratégico en la transición energética global, gracias a su capacidad de producir minerales críticos como el cobre. Ahora, anuncios positivos como el de Gold Fields necesitan materializarse, pero para ello es necesario erradicar un cáncer que ha avanzado en las últimas décadas a gran velocidad: la minería ilegal. Un panorama oscuro que está siendo combatido por acciones como las desplegadas por la Marina de Guerra del Perú que ha intensificado sus operativos en el río Madre de Dios, donde ha logrado incautar y destruir trece balsas, cuatro motores, dos botes, una bomba de succión y diversos materiales empleados en esta actividad ilícita.Estas acciones por parte de las autoridades contribuyen a la lucha contra la ilegalidad que está destruyendo bosques, contaminando aguas con mercurio y alimentando el crimen organizado que va mucho más allá de la extracción de oro. Combatir esta problemática no solo busca proteger el medio ambiente, sino también recuperar la soberanía del Estado en lugares donde hoy el crimen parece estar fuera de control y su impacto es devastador.La minería ilegal no es un fenómeno marginal: es una amenaza directa al desarrollo sostenible del Perú. Si queremos consolidarnos como socios confiables en el mercado global de minerales, necesitamos una política integral, sostenida y contundente contra este flagelo. Juan Carlos Ortiz, segundo vicepresidente, IIMP