La transición tecnológica se está convirtiendo en el principal motor de la minería a nivel global, con una demanda de metales sin precedentes, impulsada por los datacenters, la inteligencia artificial y el crecimiento del consumo humano. 

Mucho se atribuye a la transición energética el incremento de los precios de minerales como el cobre, el zinc o la plata, sin embargo, la transición tecnológica en sí misma también impulsa este crecimiento con el avance acelerado de la inteligencia artificial y las plataformas digitales, que sostienen el estilo de vida moderno.

Los requerimientos de los metales por megawatt instalado en un      data center superan ampliamente a los de otras tecnologías. Una turbina eólica necesita aproximadamente 8 mil kilos de cobre por megawatt, pero un data center requiere 28 toneladas.

En el caso del acero –producido a partir de hierro– la brecha es aún mayor. Un data center utiliza 59 toneladas de acero por megawatt, y se estima que van a crecer tres veces al 2030.

En este escenario, el Perú aparece como un actor clave al contar con recursos estratégicos para la transición energética y tecnológica, siendo el principal desafío la ejecución de la cartera de proyectos, que requiere de una política de Estado que impulse al sector.

Por ejemplo, en Argentina, donde el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) ya ha acumulado en dos años compromisos por US$ 33 mil millones, el propio presidente Milei ha declarado que quiere producir 1.2 millones de toneladas de cobre al 2030. Lo que nos ha tomado 20 años en lograr, ellos lo quieren hacer en cinco.

A esto se suman países como Chile, Canadá y la Unión Europea, que recientemente aprobó una ley para asegurar producción y procesamiento interno de minerales críticos.

Es momento de aprovechar esta oportunidad histórica para el país, porque si no lo hacemos nosotros, alguien más lo hará.

Zetti Gavelan, primer vicepresidente IIMP