Este 28 de julio se cumplen 201 años de la Independencia nacional y si hay una actividad que ha marcado el devenir de la historia del país, esa es la minería, que ha ayudado a superar las crisis económicas más profundas y recientemente mostró su faz más solidaria al momento de enfrentar la pandemia de la COVID-19.

La extracción y transformación de los metales se remontan no solo a la época de la República sino que son una práctica que ya desarrollaban las culturas preincaicas, cuyo legado en piezas de oro, plata, cobre y aleaciones nos acompañan hasta nuestros días, como un indicativo que somos un país minero por excelencia.

Sin duda, un hecho que marcó la historia del Perú fue la Guerra del Pacífico, que precisamente estuvo relacionada con la producción de salitre, y fue la minería la que ayudó al país a superar la crisis económica generada por el conflicto y la ocupación chilena por casi tres años.

Con la dación del Código de Minería de 1900 se atrajo la inversión nacional y extranjera al sector, llegando al país la Cerro de Pasco Corporation, que junto a la moderna explotación de yacimientos, construyó el Complejo Metalúrgico de La Oroya, el mejor de Sudamérica en su época. 

Cincuenta años después, con el nuevo código que impulsó el destacado ingeniero Mario Samamé Boggio, se marcó un nuevo hito en la industria minera y se inicia la explotación de mineral diseminado con grandes operaciones a tajo abierto como Marcona y Toquepala.

Posteriormente, por efecto de la aparición de grupos terroristas y un inadecuado manejo de las finanzas públicas, el Perú tuvo a finales del siglo XX la segunda crisis económica más aguda de su historia, después de la posguerra, llegando a ser considerado un país inelegible en el contexto internacional.

En ese escenario, con la promulgación de la Constitución de 1993, se sentaron las bases para un nuevo repunte de la industria minera y con ello la paulatina recuperación de la economía nacional. Se inició la explotación de minas como Yanacocha y Antamina, y con la privatización de Cerro Verde y Tintaya, entre otras, se logra excelencia operacional y un irrestricto cuidado del medio ambiente.  

A fines de 2019, el mundo vio el comienzo de la pandemia más severa de este siglo, que llevó al cese de actividades productivas en muchos países como el nuestro, con las consecuencias que esto acarrea, y nos encontramos para 2020 tanto ante una crisis sanitaria como económica.

La respuesta de la industria minera en el mundo y, particularmente en el Perú, no se hizo esperar y se convirtió en una aliada estratégica del Estado para llevar ayuda a las zonas más recónditas del territorio, no solo con artículos y equipos médicos sino también con oxígeno, alimentos y conectividad para la educación a distancia, a lo que se suma el traslado de vacunas y hasta el financiamiento de emprendimientos locales para su reactivación.

La minería peruana en estos 201 años, sin temor a equivocarnos –en base a las ventajas comparativas y competitivas que posee– ha sido fundamental y está en condiciones de seguir siéndolo a futuro. El mundo atraviesa una transición hacia una economía verde, en la que los metales tienen un lugar central, como país minero tenemos el deber y la posibilidad de aprovechar esa oportunidad en beneficio de todos los peruanos y el desarrollo sostenible de la humanidad.

Venancio Astucuri, director