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POR UN BICENTENARIO CON ESPERANZA

El último domingo, Richard Webb nos recordaba en su columna de El Comercio la publicación del desaparecido economista Bruno Seminario sobre el desarrollo de la economía peruana a lo largo de tres siglos, donde resume que “el problema del Perú no es el desempeño promedio sino la predisposición a deshacer todo lo que se avanza”.

Así nos recuerda que después de la Independencia, de la cual celebramos en estos días 200 años, la economía del Perú era mayor que la de muchos países de Europa y que de haber continuado en esa senda, cito a Webb: “tendríamos hoy niveles de ingresos y pobreza similares a los países más desarrollados del mundo”.

 ¿Qué pasó?… ¿qué hicimos entonces? Pues, perdimos la mitad del PBI nacional por la guerra con Chile, si claro, no perdimos solo territorio, sino también 22 años en recuperar nuestro nivel previo a dicho conflicto armado. Recordemos que en las tres últimas décadas del siglo pasado, tuvimos un estancamiento lamentable que incluyó acciones terroristas, un golpe militar y el segundo mayor descalabro de nuestra economía que duró hasta entrado el presente siglo.

Desde entonces, hemos alcanzado éxitos notables, redujimos la pobreza monetaria a una tercera parte (de 60% a 20%); duplicamos nuestro PBI nacional (de 245 a 486 mil millones de soles); redujimos la inflación a 2.8% después de haber llegado a 7,650% en 1990; incrementamos nuestras exportaciones en más de 5.2 veces (de 9,000 a 48,000 millones de soles); casi duplicamos nuestro PBI per cápita (de 9,000 a 17,000 soles), y nos convertimos en una potencia minera mundial, en un destino importante de la gastronomía y somos uno de los siete mayores productores de la pesca de captura, entre otros logros.

Sin embargo, estos avances han caminado por una senda separada del desarrollo político de nuestro país y no hemos logrado aún enarbolar una agenda común en beneficio de todos los peruanos.

El enfrentamiento social e ideológico ha llegado a extremos inimaginables y la corrupción ha alcanzado todos los niveles sociales y todos los rincones del Perú.

Hemos crecido, pero no hemos madurado, producimos mucho más, sin embargo, sufrimos índices inaceptables de desigualdad y niveles lamentables de calidad en los servicios básicos, como educación, salud e infraestructura.

Ahora llegamos nuevamente al punto de inflexión y nos agobian voces que invitan a destruir nuestra economía una vez más. ¿Es que no nos basta con cambiar lo que está mal? ¿Queremos, una vez más, “deshacer todo lo que se ha avanzado”? ¿Celebraremos el Bicentenario de nuestra República con miedo y sin alegría, con gritos de guerra y sin abrazos?

Me rebelo contra ese destino fatal, trabajemos por la armonía, salvemos a nuestra patria, repitamos lo que dice Drexler en su reciente canción: “amar es cosa de valientes”, ¡Feliz 28 de julio compatriotas!

Miguel Cardozo, segundo vicepresidente IIMP.

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