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REFLEXIONES, TEORÍA DE EMPRESA

Por: Aarón Morales, profesor principal de la Facultad de Ingeniería Geológica, Minera y Metalúrgica de la Universidad Nacional de Ingeniería y consultor de Gerencia.


El matrimonio en la época de mis abuelos era una entidad que se regía por una teoría que duró mucho tiempo: el marido era el jefe indiscutido de la casa, se sentaba en la cabecera de la mesa, decidía dónde viviría la familia, y hasta qué se hablaría en la mesa. Nadie discutía su estatus. La esposa dependía económicamente de él y estaba sujeta a su autoridad indubitable. Las mujeres cuando hablaban entre ellas se referían al marido como la “cruz que tenían que cargar”. La tarea central de la mujer cuando terminaba el colegio era conseguirse un marido “para que la mantenga”, esa era la principal preocupación de la madre. La mujer no votaba en las elecciones políticas, ni siquiera se le permitía tener una opinión sobre el tema.

Pero ese ambiente fue cambiando, la mujer empezó a recibir educación de la misma calidad que el hombre y como consecuencia fue adquiriendo independencia económica, pero seguía sujeta a la voluntad del marido. Los matrimonios empezaban a contar con dos ingresos –muchas veces el de ella mayor que el de él–, pero el marido insistía en mantener sus privilegios y el número de divorcios fue incrementándose (la mujer divorciada ya es un hecho aceptado socialmente) y se llegó hasta lo que estamos viviendo hoy, en que las parejas solo conviven, ya no se casan –y quien rechaza el matrimonio generalmente es ella– quizás una nueva forma de organización que está reemplazando a la anterior en virtud de los cambios que están ocurriendo en el ambiente social. 

Los que no se dieron cuenta de los cambios, vivirán en permanente conflicto, en el vano intento de enderezar lo que ya tomó definitivamente otra forma. La pareja necesita una nueva teoría sobre la cual convivir: las decisiones tomadas por la pareja, ambos responsables de la crianza de los hijos, de las labores domésticas y las finanzas de la casa. Una nueva teoría basada en la igualdad de estatus.

Lo mismo está sucediendo en todos los sectores organizados de la sociedad, y el medio donde se desenvuelve la empresa (minera) no es una excepción. 

La empresa minera crea empleos en las zonas más alejadas del país: era su principal “aporte”. Construye carreteras y las comunidades aledañas se vuelven cada vez más dependientes de ella. Muchas veces llegaba a donde no tiene presencia el Estado centralista y se sentía con derecho de exigir cada vez más, sentía que todos debían acatar su voluntad porque “trae el desarrollo”.

El cambio se fue dando cada vez a mayor velocidad y aquella política de sacar lo más posible dejando lo menos posible (incremento de volúmenes y reducción de costos, la minería por la minería) se fue desgastando poco a poco, como toda creación humana. Extraer, concentrar minerales y producir metales ya no bastaba. El concepto “empresa minera” tenía que ser revisado; la empresa tenía que aprender a depender menos de la existencia de minerales, ser solo empresa y la sola extracción cada vez sería menos la respuesta. Y, como lo que está sucediendo todavía no se entiende a cabalidad lo que viene traerá más y más desencuentros. Así como en el matrimonio, cada vez más divorcios. La teoría anterior tendrá que ser reemplazada por otra más acorde con las nuevas realidades.

En la actualidad, la gente, de cualquier localidad, está comunicada directamente, y a tiempo real, con el mundo, la educación se ha masificado y el Estado se está descentralizando, por lo tanto, llegar y extraer ya no puede ser la respuesta. La realidad actual exige que la “empresa” se convierta en un ente integrado al entorno, no solo el extraño que trae regalos y que, a su vez, pretende imponer sus reglas.

Los casos Tía María, Southern; Tambogrande, Manhattan; Cerro Quilish y Conga, Yanacocha; Las Bambas, y muchas más, son consecuencia de ese cambio en las condiciones sociales que se vienen dando desde antes de la mitad del siglo pasado, pero que se hizo vertiginoso con el avance de las comunicaciones y la descentralización. Ya no se puede digitar las respuestas desde Lima, conceptos como licencia social llegaron para quedarse porque son el resultado de los cambios.

Las empresas hacen cada vez mejor lo que hacían antes, las herramientas que utilizan son cada vez más sofisticadas, pero sigue siendo la minería por la minería: no es el cómo lo que falla sino el qué. Ese qué que fue exitoso en la Colonia ya se desgastó. Hay que reemplazarlo con esa nueva teoría que encuentre ese qué que realmente importe.

Las preocupaciones medioambientales que se han hecho explícitas (pero no son nuevas como se dice por allí) y son solo una forma de protesta, y la misma respuesta, la atención automática a exigencias puntuales, –una escuela, una carretera o un salón comunal– que es solo ir a los síntomas, que dejan peligrosamente de lado el asunto principal, que nadie sabe cuál es: ni la gente que protesta, ni las empresas, ni el Estado. La consecuencia de los paliativos será un aumento creciente de la presión. En el camino, las cuentas por pagar irán acumulando “más moras e intereses”.

Hay que hacer un alto, reunirse y meditar para encontrar las respuestas. Lo que tenemos ahora es un diálogo de sordos en que cada cual pretende imponer su percepción.

Una empresa que solo va a una localidad con la mentalidad de simple operadora de minas y asistida por un aparato arreglador de conflictos, no existe, estará perdiendo su tiempo porque no se trata de “arreglar” sino de integrarse.

Los líderes del sector alegan que ellos cumplen su parte y el Estado es el que está en deuda porque no está “arreglando” los conflictos, y pretenden continuar por ese camino sin salida. Todos se dedican a buscar culpables o crear conflictos porque nadie sabe qué hacer en estos tiempos de turbulencia. Los de buena voluntad se prestan como mediadores, pero, ya no sirve. La raíz está en que la teoría actual ya finiquitó.

Según Drucker una teoría es una serie de supuestos –que tienen que estar interconectados y ser realistas–, entendida por todos y constantemente sometida a prueba. Los supuestos son sobre:

- El ambiente de la organización: la sociedad, su estructura, el mercado, el cliente, la tecnología.

- La misión específica de la organización –que obviamente se sitúa fuera de la empresa–. La misión de una empresa no es pretender ser la mejor ni la de maximizar el valor de los accionistas, sino alguna que esté en relación con la sociedad en la que interactúa y que procure el beneficio para todos y sostenida en el tiempo.

- Las competencias centrales que procuren cumplir la misión. Obviamente situadas más allá de lo tecnológico. (P. F. Drucker, La teoría del Negocio).

En el sector partimos del supuesto obvio de ser empresa minera que dependía al ciento por ciento del producto de la extracción y lo que no encajaba en ese esquema, costos que habría que cargar al producto principal. Las responsabilidades que se relacionaban con el ambiente social han sido delegadas y sus empresas se comportan como entes fraccionados, y sufren y enfrentan problemas recurrentes que han aprendido a “resolver”. Se encuentran así en un círculo vicioso porque “cada problema que se resuelve crea otros en el futuro” (sabiduría popular). El conjunto sector-sociedad se dará solo cuando la empresa entienda que debe ser parte de esa integralidad, no un visitante externo. Un matrimonio en el que ambos se funden en uno para dirigir la casa, para que no termine en divorcio.

La teoría sobre la que ha venido actuando el sector minero gira alrededor del concepto mineral –entidad agotable– como base de los resultados y de la estrategia de reducir costos e incrementar volúmenes y, la empresa y la comunidad, dos entidades que conviven sin integrarse. El mineral ya no puede seguir siendo la fuente de los resultados, estos tendrán que depender de la forma integrada como se logre generar recursos permanentes y en base a esa teoría marco (propuesta) cada empresa deberá buscar la suya.

Se propone la siguiente:

“Estar comprometidos con el cambio en las sociedades donde se realizan las operaciones”.

“Y, cambio debería significar transformar entidades agotables en permanentes”.

Obviamente la nueva teoría va a exigir nuevos líderes –los actuales no van a cambiar su manera de pensar, los nuevos deberán entender que tienen que integrarse y que el mineral solo fue el pretexto para iniciar la aventura empresarial. La tarea, proponer una nueva teoría.



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