La semana anterior se difundió un sondeo de Arellano Marketing respecto de la percepción de la población peruana, incluida Lima y provincias, sobre la minería, en la que destaca que siete de cada diez connacionales actualmente reconocen la contribución de la industria al desarrollo del país.

Si bien es alentador que esta percepción esté ligada con la generación de empleo directo e indirecto, el impulso del crecimiento local, el aporte de recursos al fisco y la mejora de infraestructura, entre otros, esa misma encuesta nos revela un alto porcentaje que aún relaciona a la actividad minera con contaminación y daño de los ecosistemas. 

Sin duda, para quienes conocemos de cerca la minería formal y responsable que se desarrolla en el país desde mediados de la última década del siglo pasado, esto resulta llamativo, en la medida que la ley ahora regula estrictamente esos temas, así como el cierre de minas, y hasta en el país se ha creado un Ministerio del Ambiente.

Es importante tanto aclarar esas ideas como informar de manera adecuada de los casos de posibles hechos de contaminación como la reciente caída de un camión con concentrados al río Chillón, que se presentaba como un posible desastre ambiental cuando en realidad no lo era.

Asimismo, a favor de la ciudadanía y la propia industria, es necesario transparentar más las medidas de seguridad que aplican las empresas mineras para prevenir y mitigar los impactos en el medio ambiente y los ecosistemas, con el fin de persuadir de alguna manera a quienes podrían caer en incumplimiento, a respetar la normativa que corresponde a la gran, mediana y pequeña minería.

En lo que respecta a los pasivos mineros, es impostergable que el Estado junto al sector privado diseñen un plan estratégico para atender esa problemática, en especial, de aquellos que si constituyen un peligro para el medio ambiente y las poblaciones cercanas, con el fin de viabilizar en el corto plazo su cierre definitivo.

Además, se debe analizar los casos de los anteriores depósitos de relaves que puedan ser reaprovechables con las nuevas tecnologías, para generar otras fuentes de ingresos para el fisco y oportunidades para las localidades donde se ubican.  

La industria minera en la actualidad debe ser el motor que conduzca a la economía peruana al desarrollo que todos anhelamos, pero no en forma aislada, sino como generadora de los recursos que requiere el Estado para impulsar la consolidación de otros sectores con, por ejemplo, mejor infraestructura para el turismo y la agroexportación.

El contexto de precios internacionales de los commodities mineros que producimos nos ofrece esa gran oportunidad, aprovechémosla en las mejores condiciones como lo dicta la ley, en beneficio de cada vez más peruanos con un conocimiento certero de una actividad de la economía que merece ser valorada en la real dimensión de su aporte al país.

Venancio Astucuri, director