Con ocasión de haber sido elegida para que una de las tuneladoras que servirá para la construcción de la Línea 2 y el Ramal de la Línea 4 del Metro de Lima y Callao lleve su nombre, MINERÍA dialogó con la primera ingeniería de minas del Perú, Delia Tasaico del Pino, quien nos cuenta pasajes de su vida y cómo recibió tal reconocimiento. ¿Qué la motivó a estudiar ingeniería de minas?Mi padre Narciso Tasaico Oré, fue ingeniero de minas, además tengo tres primos hermanos con la misma profesión y también un tío. Cuando vivía en el campamento minero siempre estaba cerca de él. Era una persona muy estudiosa y le gustaba la investigación. Llegó a ser superintendente general en Compañía Minera Atacocha y luego trabajó en el Banco Minero del Perú hasta que falleció en 1973.Recuerdo que llegaba de la mina y en la tarde se ponía a leer. Lo que más me gustaba era ver los planos y mi padre me explicaba algunas cosas con palabras fáciles de entender a mi corta edad.Con el tiempo me dije: esto es lo que quiero estudiar. Y en 1962 ingresé a la Universidad Nacional de Ingeniería en el primer puesto de la entonces pre, por lo que fui becada al igual que Guillermo Salazar, quien ocupó el primer lugar por admisión.¿Qué otros compañeros recuerda de la universidad?Fuimos 48 alumnos los que terminamos la carrera en la promoción de 1966 “Fernando de las Casas”, de los cuales nueve ya nos han dejado. Nos reuníamos cada tres o cuatro meses hasta que empezó la pandemia. Somos bastante unidos no solo entre compañeros sino también entre las esposas.Si bien era la única mujer de la promoción y de la facultad, tenía amigas en ingeniería industrial, entonces éramos una buena cantidad de chicas, así que mis compañeros se acostumbraron a vernos en la universidad.Nunca tuve problemas y siempre nos hemos llevado muy bien. Consolidamos un gran grupo humano. Nunca me sentí rechazada ni nada por el estilo.¿De sus profesores que nos puede contar?Entre los docentes que más recuerdo están los ingenieros Luis Briceño; José Reátegui, con quien trabajé después muchos años en la Universidad de Lima; Lucio Aguilar Condemarín, muy amigo de mi padre con quien también laboré prácticamente hasta que falleció, y Mario Samamé Boggio, con quien igualmente tuve la suerte de trabajar varios años.Del mismo modo, fueron mis profesores Enrique Monge, César y Francisco Sotillo, el arquitecto Mendizábal que enseñaba Dibujo, Fausto Zavaleta, Pedro Tumialán, Pedro Ángeles y Celso Sotomarino, entre otros.Mi bachiller en Ciencias con mención en Metalurgia lo obtuve ni bien terminé con una tesis sobre estructuras de hierro y acero, en el que me asesoró Enrique Monge. Tiempo después, saqué mi título de ingeniera de minas con una investigación respecto de la explotación de oro en la zona de Puerto Maldonado.¿Dónde realizó sus primeras prácticas?Las primeras prácticas las realice en el Banco Minero, después trabajé en fundición en el Consorcio Metalúrgico y luego pasé a comercialización de minerales.Después dejé esas labores porque decidí cuidar a mis tres hijos. Sin embargo, cuando la menor entró al colegio, postulé a una plaza que ofrecían en la Universidad de Lima para ser profesora de Metalurgia extractiva y gané el concurso, y me quedé 32 años en esa casa de estudios superiores.También he dictados algunos cursos en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde estuve 10 años y, al final de mi carrera, me llamaron de la Universidad de Las Américas.¿Qué otros estudios realizó?En la Universidad de Lima, para perfeccionar mi forma de llegar a los alumnos, estudié una maestría en Administración de la Educación, y para estar acorde a los tiempos otra maestría en Ciencias de los Materiales en la UNI.¿Qué cursos enseñaba en la universidad?Al principio enseñé todo lo que era Metalurgia extractiva, piro, hidro y electro metalurgia, después Análisis químico, Mecánica cuántica y Física moderna.Cuando decidieron cerrar la Facultad de Ingeniería Metalúrgica y de Materiales en la Universidad de Lima, me invitaron a incorporarme a la Facultad de Ingeniería de Sistemas, lo que acepté y estudié mi tercera maestría en esa especialidad para enseñar Electrónica y Métodos numéricos.¿Qué anécdotas recuerda de su trayectoria?Entre 1968 y 1969, me buscaron de las Naciones Unidas para trabajar en todo lo que era minería marina, lo que constituía un reto. Sin embargo, debido a que tenía que estar dos meses en altamar en la zona de Nueva York y no podía llevar a mi familia hasta dos años después, decidí no aceptar porque tenía aún a mis hijos pequeños y preferí verlos y ser parte de su crecimiento.También recuerdo que cuando terminé la universidad en 1967 me hizo una entrevista una periodista del diario El Comercio, que si bien publicó un artículo no muy grande si fue muy bonito, donde destacaba que era la primera ingeniera de minas en culminar la universidad. Ella se llamaba Elsa de Sagasti, y ha resultado siendo la madre del actual presidente Francisco Sagasti.¿Cuál cree que fue su principal acierto profesional?Mi principal acierto ha sido volcarme a la enseñanza, porque es muy diferente trabajar con máquinas que con seres humanos. Hay otro tipo de desafíos y demanda una preparación integral y una actualización permanente, lo que heredé de mi padre.¿Qué organizaciones ha conformado?Aparte de ser asociada vitalicia del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, también integré en su momento la Society for Mining, Metallurgy & Exploration de los Estados Unidos de Norteamérica y una red internacional de universidades de hidro y pirometalurgia. Igualmente, como profesional formo parte del Colegio de Ingenieros del Perú.¿Cómo se enteró del concurso y cómo fue el proceso? Al principio no sabía nada y cuando mi nombre estaba entre los cuatro finalistas, recibí una comunicación de un familiar que está en Chile, y me dice: felicitaciones has quedado finalista de un concurso. Inicialmente pensé que se trataba de una broma porque nadie me ha dicho absolutamente nada, pero después la familia empezó a buscar y resultó siendo cierto.Nunca pensé que sería tomada en cuenta, porque muchas veces uno hace las cosas por convicción, sin pensar en premios. Sin embargo, como le dije al ministro de Transportes y Comunicaciones: la idea de Mujeres que dejaron huella es excelente, porque los reconocimientos a las personas deben hacerse cuando están vivas, para que sepan si su esfuerzo valió la pena.Es una cosa bastante grata porque una de esa manera se da cuenta del cariño que le tienen las personas con las que ha tratado, sobre todo, una mención especial a mis alumnos, quienes se comunicaron conmigo de una forma muy particular. He sentido el aprecio y agradecimiento de ellos, en el sentido que se sienten orgullosos que haya sido su profesora.¿Qué otros reconocimientos ha recibido?En marzo de 2016, el Consejo Departamental de Lima del Colegio de Ingenieros del Perú, por el Día Internacional de la Mujer, me confirió un diploma en mérito a mi trayectoria profesional y de servicio a la ingeniería.Igualmente, fui reconocida por la Universidad Nacional de Ingeniería y el Colegio cuando cumplí 50 años de ejercicio profesional.¿Cómo ve la situación actual de la minería?Considero que estamos en una situación difícil en la que se pide mucho a las empresas y no se reconoce que todo lo que tenemos proviene de la explotación de minerales metálicos o no metálicos. Recuerdo un antiguo libro en el que el ingeniero Hoover destaca que los países agrícolas no avanzan mucho, mientras que los mineros están a la vanguardia. Los jóvenes deben conocer esto y, organizaciones como el Instituto, deben incentivar a que la gente se instruya más y los estudiantes investiguen.Debemos difundir que todo en la vida se consigue por el esfuerzo de cada uno y no extendiendo la mano esperando que las cosas lleguen, eso ayudará a cambiar la situación del Perú en general. Por su parte, las empresas también deben analizar hasta qué punto cumplen realmente con el propósito social que se han trazado.¿Qué opinión tiene de la celebración del Bicentenario?Es una fecha importante, sin embargo por la pandemia, hay mucha tristeza porque todos hemos perdido algún familiar o amigo, y más que celebraciones debemos verlo como un tiempo de reflexión para pensar cómo salir adelante, reflexionar sobre la libertad y qué significa ser libres verdaderamente.¿Qué mensaje daría a las jóvenes que quieren ser ingenieras? Decirles que todo está abierto para los seres humanos, independientemente que sean hombres o mujeres. Las chicas deben pensar en ese sentido, que los límites que tienen son los propios de la naturaleza humana y de su capacidad, pueden estudiar lo que quieran y lo que les apasiona, pensando que a eso se dedicarán toda su vida. Siempre hacerlo con honradez y dedicación, poniendo lo mejor de una con mucha seguridad en sí mismas.