Por: Guillermo Vidalón del Pino, comunicador social.

Como se sabe, el cobre es el metal cuya demanda internacional será muy significativa en los próximos años, principalmente porque el mundo está cambiando de matriz energética hacia fuentes renovables y disminuyendo el consumo de combustibles fósiles que contribuyen al calentamiento global. 

En consecuencia, la nueva matriz energética provendrá de la generación eléctrica, así como también de la conducción y distribución de la misma para satisfacer la demanda de las industrias, así como de los consumidores finales.

En ese sentido, cabe recordar cuál es el principal conductor de la electricidad y sucede que es el cobre; metal que en la actualidad es nuestro principal producto de exportación.

Analizando el mercado internacional, los países productores de cobre tendrán la gran oportunidad de beneficiarse de este nuevo ciclo siempre que incrementen sus actuales niveles de producción, sea mediante el desarrollo de nuevos proyectos o por la ampliación de las actuales operaciones.

A diferencia del vecino país de Chile –que es el mayor productor de cobre del mundo–, el Perú tiene yacimientos descubiertos y proyectos que si iniciasen su proceso de exploración o su desarrollo –en el menor plazo posible–, estaremos en condiciones de aprovechar ventajosamente la mayor demanda futura del rojo metal. Tengamos presente que la construcción de una mina o una ampliación de una operación actual toma aproximadamente dos años, periodo en el que se estima la economía mundial se haya recuperado a plenitud.

Por lo tanto, en el 2025, la avidez por el cobre se habrá despertado nuevamente y el Perú podrá participar con un volumen de producción mucho más significativo. La oportunidad que se presenta a todos los peruanos es única, por lo que, facilitar y respaldar el desarrollo de proyectos mineros se ha convertido en una necesidad impostergable.

Sin embargo, muchas veces, los inversionistas perciben indiferencia por parte de las autoridades a quienes corresponden garantizar la continuidad ininterrumpida de las operaciones o proveer seguridad a quienes cumpliendo con su labor llevan a cabo exploraciones en diferentes partes del país.

También, sucede que –por razones que desconocemos–, algunos funcionarios omiten cumplir con sus responsabilidades, sea porque se sienten coactados ante la presión de un grupo numéricamente menor, pero muy activo y dispuesto a ejercer la violencia, o porque la mayoría de la población está comprometida en sus propias labores para generar el sustento a sus propias familias, subsecuentemente, estos últimos se convierten en la “mayoría silenciosa” que se siente “prisionera” de acciones políticas que terminan postergando la generación de bienestar y el desarrollo del país en su conjunto.

¿Qué hacer antes estos hechos? Implementar una estrategia que considere tanto informar, liderar, persuadir y, en simultáneo, ejercer el principio de autoridad. Si la conducción del país no tiene claridad sobre la oportunidad que se presenta, el cierre de brechas sociales se volverá a postergar cuando resulta inaceptable que se mantenga a millones de peruanos en condiciones de pobreza y pobreza extrema, así como de indignidad a la espera de algún subsidio cuando el poblador más humilde lo que requiere es empleo productivo.