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EL ICEBERG DE LOS MINERALES CRÍTICOS Y ESTRATÉGICOS: NAVEGANDO EN LAS TRANSICIONES GEOPOLÍTICAS DE AMÉRICA LATINA E EL PERÚ

Por: Arnoldus M. van den Hurk y José A. Estela Ramírez, Foro de Transición Energética Minera, PERUMIN 37.


Resumen

El presente artículo revela el trasfondo geopolítico de los minerales críticos y estratégicos en América Latina, desglosando las cuatro transiciones que están impulsando una demanda sin precedentes: energética, digital, de seguridad nacional y sociodemográfica. A través de la metáfora del “Iceberg Mineral”, se ilustra cómo la atención global se centra solo en la punta visible —la transición energética—, ignorando las fuerzas profundas que consolidan una nueva era de rematerialización de la economía global. 

América Latina y el Perú emergen como actores centrales, no solo por su dotación geológica, sino por su potencial para ascender en la cadena de valor. Se plantea una agenda de acción para evitar caer en el “Colonialismo Mineral 2.0” y avanzar hacia una verdadera Soberanía de Valor. Finalmente, se convoca a los actores estratégicos a participar en el Foro de Transición Energética Minera de PERUMIN 37, espacio clave donde se decidirá el rol de la región en el futuro de los minerales estratégicos.

Palabras clave: Minerales Críticos y Estratégicos, Geopolítica, América Latina y Perú.

Introducción: más allá de la punta del Iceberg

El mundo ha entrado aceleradamente en una nueva era geopolítica definida por la competencia de los materiales. Para navegarla, es fundamental distinguir dos conceptos que a menudo se confunden: minerales críticos y minerales estratégicos (Figura 1). Los primeros son aquellos con alto impacto económico y alto riesgo de interrupción de suministro que afecta a la economía. Los minerales estratégicos son imprescindibles para sectores fundamentales del Estado (defensa, energía e industria), cuya disponibilidad condiciona la autonomía nacional. Podemos tener minerales críticos que son o no estratégicos, y minerales estratégicos que son o no críticos. Y a lo largo del tiempo un mineral puede pasar de crítico a no crítico, del mismo modo pasa con un mineral estratégico. La Figura 1 ilustra los minerales críticos y estratégicos para USA. 

Bajo estas definiciones, el mundo vive hoy la Era de los Minerales Estratégicos. El debate actual, sin embargo, está centrado casi exclusivamente en la transición energética, y la política la percibe de un tamaño de problema muy inferior al real. Esta percepción es un espejismo, una miopía de proporciones civilizatorias. Los minerales críticos se han convertido en el "cisne negro" de la descarbonización, un factor imprevisto que ahora condiciona la viabilidad y el ritmo del cambio. 

La transición energética, por masiva que sea su demanda, es solo la parte visible de un iceberg mucho más profundo y complejo que descubriremos a continuación.

Este artículo propone develar las fuerzas sumergidas que constituyen la verdadera masa de la demanda mineral futura y que están redefiniendo el mapa geopolítico global. Estas otras fuerzas son la transición digital, la transición de la seguridad nacional y, la más fundamental de todas, la transición sociodemográfica hacia 2050 (Figura 2). 

Argumentamos que, la narrativa de una economía "verde" o "digital" como sinónimo de desmaterialización, es una falacia. Por el contrario, estamos presenciando una profunda rematerialización de la economía global. La base material de nuestra civilización está mutando, desplazándose de un eje de hidrocarburos a un nuevo eje de metales y minerales no metálicos. Un vehículo eléctrico requiere seis veces más insumos minerales que uno convencional, y una planta eólica terrestre necesita nueve veces más recursos minerales que una central eléctrica de gas. La infraestructura física de la era digital, desde los centros de datos hasta las redes 5G, posee una huella material masiva e intensamente creciente.

En este nuevo orden material, América Latina, y en particular el Perú, no son actores periféricos, sino el epicentro geológico y estratégico. La dotación de recursos de la región, ya reconocida por instituciones como el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), deja de ser una mera ventaja comparativa para convertirse en una posición de centralidad estratégica para el siglo XXI. 

Este es el momento ideal para que las instituciones líderes del sector minero peruano, aprovechando la plataforma de PERUMIN, se posicionen en vanguardia del debate global, ofreciendo una visión que trascienda lo convencional y articule una estrategia para el futuro.

Las cuatro transiciones: cartografiando la demanda oculta

Para comprender la verdadera escala del desafío y la oportunidad, es imperativo bucear en cada una de las capas del iceberg, cuantificando su impacto, descubriendo interconexiones y multiplicadores e interiorizando el tamaño de una demanda agregada sin precedentes en la historia de la humanidad.

La punta visible: la transición energética

Una sociedad baja en carbono es una sociedad alta en metales. La transición energética es una transición extractiva: del carbón al cobre, del petróleo al litio, del gas a las tierras raras y al platino e hidrógeno. Estas citas de REMIO en National Geographic (marzo, 2022) son la clave de la cuestión. La transición energética es el catalizador que ha puesto a los minerales críticos en la agenda geopolítica global.

Su demanda, aunque solo es el punto de partida, es de una escala formidable. Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE) para 2040, bajo un escenario de políticas ya declaradas (STEPS), anticipan un aumento en la demanda total de cobre del 30%, níquel del 70%, cobalto del 50% y litio del 470%, en comparación con los niveles de 2024. De manera similar, un análisis del Banco Mundial proyecta que para 2050, la producción de grafito, litio y cobalto deberá aumentar casi un 500% con respecto a los niveles de 2018, por la demanda para baterías. Pero, ¿es cierto? La verdad es que es peor.

Los cálculos de la AIE y Banco Mundial refieren a la transición energética en términos de “transición de la capacidad de producción”, pero no de energía “sensu stricto”. En la Figura 3 corregimos esta confusión. La equivalencia de kg/MWp a kg/MWn se realiza por el factor de planta. Si realizamos la transición desde plantas térmicas de carbón, una planta solar PV y una eólica necesitan cuatro y 2.85 veces más metales, respectivamente. 

Así cuando la AIE dice que necesitamos 16 Tn de metales para la eólica marina, lo que realmente debería decir, es que son 42.75 Tn por megavatio equivalente. La eólica terrestre 28.5 Tn y la energía solar PV 28 Tn.

Esta intensidad mineral es transversal a todas las tecnologías limpias. La electrificación del transporte y la expansión de las redes eléctricas para soportar esta nueva demanda actúan como multiplicadores directos del consumo de cobre o aluminio, pero también del zinc (el metal oculto de la transición). 

Consciente de este potencial, el Perú, a través del Ingemmet, ha dado un paso crucial al publicar en abril de 2025 el "Catálogo de Minerales Críticos y Estratégicos del Perú", identificando oficialmente el potencial del país en 17 elementos clave para esta transición, desde el cobre y el zinc hasta el litio, grafito e indio (Figura 8). Esta es la demanda superficial que todos ven, pero es solo el comienzo de la historia. Buceemos en busca del tamaño real del iceberg.

La profundidad “inmaterial”: la transición digital 

La noción de una economía digital "inmaterial" es uno de los grandes mitos de nuestro tiempo. Cada búsqueda en internet, cada transacción de criptomonedas y cada consulta a una inteligencia artificial (IA) tiene una huella mineral tangible. La infraestructura física que soporta el mundo digital es un consumidor voraz de minerales críticos. Una demanda que se suma y compite con la de la transición energética.

Los centros de datos, la espina dorsal de la nube y la IA, son complejos industriales que dependen de una amplia gama de materiales: galio y germanio para semiconductores de alto rendimiento, silicio para chips, tántalo para condensadores, cobre para conectividad, elementos de tierras raras para componentes electrónicos avanzados y hasta helio para refrigeración. La escala es asombrosa: la fabricación de un solo ordenador portátil de 1.5 kg moviliza aproximadamente 600 kg de materias primas, mientras que un router de internet de 200 gramos requiere unos 500 kg.

A esto se suma el despliegue global de las redes 5G, que demandan una infraestructura de antenas y equipos mucho más densa que las generaciones anteriores. Esta tecnología es particularmente intensiva en plata, el mejor conductor para semiconductores y cableado. Se estima que la demanda de plata para aplicaciones 5G aumentará un 206% para 2030 en comparación con los niveles actuales.

El nexo entre las transiciones digital y energética crea un poderoso ciclo de retroalimentación. Los centros de datos son enormes consumidores de electricidad y la requieren verde. Solo en Estados Unidos de América, ya representan el 4% del consumo eléctrico nacional, una cifra que se proyecta que supere el 9% para 2030. 

La presión para alimentar esta creciente infraestructura digital con energía renovable multiplica la demanda de los mismos minerales necesarios para paneles solares, turbinas eólicas y baterías, creando una espiral de demanda mineral. La Figura 4 expone los niveles de criticidad de los minerales ligados a este ciclo de retroalimentación entre las transiciones digital y energética para los próximos 10 años.

Las corrientes geopolíticas: la transición de seguridad nacional

En la última década, los minerales críticos han migrado del ámbito de la política comercial al centro de la estrategia de seguridad nacional. Las cadenas de suministro han dejado de ser meras rutas logísticas para convertirse en un campo de batalla geopolítico, donde el control del acceso a los minerales es una forma de poder, lo crítico se ha convertido en estratégico.

La "militarización" de estas cadenas de suministro es ya una realidad. China ha demostrado su disposición a utilizar su dominio en el procesamiento de minerales como herramienta de presión. Desde 2023, ha usado su dominio del mid-stream (refinado, químicos, ánodos/cátodos) como instrumento de poder. Restricciones a la exportación de galio y germanio en julio de 2023, de grafito en octubre de 2023, y de tecnologías de procesamiento de tierras raras en diciembre de 2023 y en 2025, no han sido actos aislados, sino señales estratégicas dirigidas a sus competidores geopolíticos.

La respuesta de Occidente ha sido contundente. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aprobó en julio de 2024 su "Hoja de Ruta de Seguridad de Cadenas de Suministro Críticas para la Defensa" (Figura 5), que formaliza la necesidad de asegurar el acceso a materiales estratégicos como un pilar de la capacidad de defensa y disuasión colectiva. 

Esta nueva doctrina de seguridad impulsa las políticas industriales de las principales economías. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos de América y la Ley de Materias Primas Críticas (CRMA) de la Unión Europea son, en esencia, estrategias de seguridad nacional. Su objetivo explícito es diversificar las cadenas de suministro fuera de China, incentivando la producción y el procesamiento en países "amigos" o aliados (friend-shoring) y dentro de sus propias fronteras (reshoring). 

Este realineamiento geopolítico crea una demanda adicional y políticamente motivada de minerales de fuentes consideradas seguras, abriendo una ventana de oportunidad sin precedentes para productores como Perú.

La base del iceberg: la transición sociodemográfica

El motor más grande, fundamental e ineludible de la demanda mineral es el crecimiento y la transformación de la sociedad humana. Las proyecciones para 2050 indican una población de 9,700 millones de habitantes. El 68%, 6,300 millones, vivirán en ciudades (Figura 6).

Como explican Blas y Farchy, y cuantifica Resource Capital Funds, existe una franja de ingresos —4,000 a 20,000 US$ per cápita— donde el consumo de materiales se intensifica: las sociedades construyen infraestructura básica y las familias compran bienes duraderos (vivienda, automóvil, electrodomésticos). En 1981, la clase media global era 1,051 millones; en 2021, llegó a 5,759 millones; en 2050, superaría los 7,954 millones. Este es el corazón volumétrico de la demanda de minerales, cada vez más críticos (Figura 6).

La nueva cohorte 20 a 60 años —la de máxima intensidad material— crecerá de 3,189 millones (2021) a 3,583 millones (2041) en países de ingresos medios. Este ensanchamiento etario asegura demanda sostenida de metales base y materiales de construcción, independientemente de los vaivenes cíclicos de la macroeconomía global.

La urbanización masiva requiere una cantidad colosal de acero para las estructuras, cemento para la construcción, cuarzo para los cristales, cobre para redes eléctricas y de comunicación, y aluminio para el transporte y la construcción. La magnitud numérica en el periodo 2025 - 2050 será de 2.043 billones de Tn. Unos 1.55 billones en minerales no metálicos (industriales y de construcción), 418,000 millones de Tn en minerales energéticos (combustibles fósiles) y 76,000 millones de Tn en metales (Figuras 2 y 6). 

El crecimiento sociodemográfico no estará en América Latina sino pivotará hacia África Subsahariana, India y el Sudeste Asiático. En 2100 ninguna de las 20 ciudades más pobladas del mundo estarán en China, pero 13 serán africanas con un bajo stock de capital previo. Construir “desde cero” implica una intensidad material per cápita muy superior. 

La velocidad de las transiciones energética, digital y seguridad nacional pueden variar según las políticas y la innovación. Sin embargo, la transición demográfica es una fuerza con una inercia inmensa que crea una demanda "no negociable", formando una base sobre la cual se apila la demanda más volátil de las tecnologías de vanguardia. 

Todo ello, implica que, incluso si el despliegue de vehículos eléctricos sea menor, la demanda fundamental de cobre y aluminio para construir nuevas ciudades y expandir las redes eléctricas seguirá una trayectoria ascendente robusta, proporcionando una estabilidad a largo plazo para los productores de estos metales.

América Latina y el Perú: epicentro de la era mineral

La confluencia de una dotación geológica única y el nuevo panorama geopolítico coloca a América Latina, con el Perú como un pilar fundamental, en el centro neurálgico de la Era de los Minerales Estratégicos. La región no es simplemente un proveedor, es el territorio estratégico donde se definirá el futuro del suministro global.

La ventaja geológica de la región es innegable (Tabla 1). En cobre, Chile y Perú controlan más del 30% de las reservas mundiales. Y habría que sumar los recientes descubrimientos en Argentina. En 2023, Chile fue el principal productor mundial, mientras que el Perú se consolidó como el segundo mayor productor, aunque en 2024 fue la República Democrática del Congo. En litio, el "Triángulo del Litio", formado por Argentina, Bolivia y Chile, posee más del 53% de los recursos identificados en el planeta. En 2022, Chile y Argentina por sí solos representaron casi el 30% de la producción mundial.

A esta riqueza se suma una ventaja demográfica relativa, un concepto crucial para entender la posición estratégica de la región. Hacia 2035 en adelante, América Latina y Australia tendrán la mayor producción per cápita de minerales críticos del mundo. Asia y África experimentarán un crecimiento demográfico explosivo consumiendo gran parte de su propia producción mineral, mientras que el crecimiento poblacional en América Latina será más moderado. Consecuentemente una mayor proporción de la producción latinoamericana estará disponible para la exportación. Esta disponibilidad convierte a la región en un socio indispensable para las economías industrializadas (Figura 7 y Tabla 2).

Este potencial está convirtiendo la región en un campo de batalla geopolítico. China se ha consolidado como el principal socio comercial de Sudamérica, realizando inversiones estratégicas para controlar nodos clave de la cadena de valor, como su participación en la chilena SQM o sus acuerdos para la extracción de litio en Bolivia. En respuesta, Estados Unidos de América utiliza su Ley de Reducción de la Inflación (IRA) para incentivar el suministro desde países con los que tiene Tratados de Libre Comercio, como Perú y Chile, bajo la doctrina del friend-shoring. Un Memorando de Entendimiento (MOU) firmado en 2024 entre EE.UU. y Perú busca específicamente fomentar la inversión y la innovación tecnológica en el sector minero peruano. 

La Unión Europea, a través de su Ley de Materias Primas Críticas (CRMA), también busca activamente diversificar sus importaciones lejos de China, estableciendo asociaciones estratégicas y modernizando acuerdos comerciales, como el que tiene con Chile, para asegurar el acceso al litio y otros minerales esenciales.

La encrucijada estratégica: ¿Colonialismo Mineral 2.0 o Soberanía de Valor?

América Latina y el Perú se encuentran en una encrucijada histórica (Figura 7). Un camino, el de la inacción o la estrategia pasiva, conduce a una forma moderna de dependencia económica: el "Colonialismo Mineral 2.0". En este modelo, la región se limita a exportar materias primas con bajo valor agregado, mientras que la mayor parte de la riqueza se genera en las etapas de procesamiento y manufactura, controladas por otras naciones. Los datos son elocuentes: América Latina produce el 38.7% del cobre de mina del mundo, pero solo el 10.8% del cobre refinado. El concentrado se envía masivamente a China, que refina el 45% del cobre mundial, y luego retorna a la región y al mundo como productos de alto valor, capturando la mayor parte del margen económico (Figura 7).

El otro camino no es el proteccionismo aislacionista, que ha demostrado ser inviable —los intentos de formar un "cártel del cobre" al estilo de la OPEP han fracasado históricamente debido a la diversidad de productores y la elasticidad de la oferta —. La alternativa es una audaz estrategia de Soberanía de Valor. Este concepto trasciende la idea tradicional de soberanía sobre el recurso en el subsuelo. En el siglo XXI, el verdadero poder no reside en la propiedad del mineral, sino en el control de los nodos de alto valor en la cadena de suministro. La Soberanía de Valor implica una política proactiva para ascender en esa cadena con tres líneas de acción:

1. Fomento del valor añadido: invertir decididamente en la construcción de fundiciones y refinerías modernas. La región tiene una ventaja competitiva latente en este ámbito: la huella de carbono del procesamiento en América Latina, utilizando su matriz energética cada vez más limpia, es menor que en Asia. Además, el transporte de cátodos refinados es menos intensivo en emisiones que el de concentrados de mineral, un factor cada vez más relevante en un mercado global que exige trazabilidad y sostenibilidad.

2. Impulso de la innovación: promover y adoptar tecnologías de vanguardia. La Extracción Directa de Litio (DLE), por ejemplo, promete reducir drásticamente el consumo de agua y el impacto ambiental en los salares. La minería secundaria, que consiste en la recuperación de minerales valiosos de relaves y residuos mineros antiguos, no solo representa una nueva fuente de suministro, sino de Economía Circular que también contribuye a la remediación ambiental.

3. Gobernanza y sostenibilidad como ventaja competitiva: alinear la estrategia de desarrollo mineral con los más altos estándares de gobernanza, como los articulados en el Decálogo del IIMP. La integridad, la transparencia, la responsabilidad social y ambiental, y el respeto a los derechos humanos no son meros costos de cumplimiento. Son prerrequisitos para atraer la inversión de alta calidad de Occidente, que opera bajo marcos regulatorios exigentes como la CRMA, y son fundamentales para mantener la licencia social para operar de forma estable y predecible.

Al desarrollar capacidades de refinado y manufactura, un país como el Perú no solo captura más valor económico, sino que aumenta su relevancia estratégica. Pasa de ser un "campo de recursos" fácilmente sustituible a un "socio estratégico" con activos indispensables para las cadenas de suministro de Estados Unidos de América y Europa, ganando así poder de negociación y resiliencia.

Conclusión y llamada a la acción: una agenda para el futuro mineral del Perú

El análisis del "Iceberg Mineral" revela una realidad ineludible: la magnitud de la oportunidad y el riesgo que enfrentan América Latina y el Perú es mucho mayor de lo que comúnmente se percibe. La confluencia de cuatro transiciones globales –energética, digital, de seguridad y sociodemográfica– está generando una demanda estructural de minerales que posiciona a la región en el centro del tablero geopolítico del siglo XXI. La ventana de oportunidad para actuar es ahora, mientras la reconfiguración global de las cadenas de suministro está en pleno apogeo y las potencias mundiales buscan activamente socios fiables y sostenibles. La inacción nos relegará a un rol subordinado, la acción estratégica puede asegurar una era de prosperidad y liderazgo.

Para capitalizar esta oportunidad histórica, se requiere una visión audaz y una acción coordinada entre el sector privado, el gobierno y la academia. Proponemos una agenda de tres pilares para el Perú:

1. Para las instituciones gremiales y la academia: crear un "Observatorio Estratégico de Minerales para el Perú". Se insta a una institución minera peruana de referencia, como el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) y la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), a liderar la formación de un think tank de clase mundial, con sede en el Perú, dedicado a la Inteligencia Mineral, analizando los mercados y la geopolítica de los minerales críticos y estratégicos desde la visión integral que nos da el Iceberg Mineral. 

Ambas instituciones tienen la misión de ser referentes autorizados y promover el desarrollo competitivo y sostenible del sector, monitorizando las tendencias de demanda, las políticas de las grandes potencias y las innovaciones tecnológicas. Asimismo, proporcionando inteligencia estratégica en tiempo real a los gobiernos y la industria de la región. Todo ello, permitiría una toma de decisiones informada y coordinada, pasando de una postura reactiva a una proactiva en el escenario global.

2. Para el gobierno peruano y sus entidades técnicas: diseñar e implementar una "Política Nacional de Minerales Estratégicos y Cadenas de Valor". Es imperativo que el Perú desarrolle una estrategia nacional que vaya más allá de la promoción de la extracción. Esta política debe partir del fundamental trabajo de prospección y catalogación ya realizado por el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet, Figura 8). Además, podría respaldarse con la experiencia de la Asociación de Servicios Geológicos y Mineros Iberoamericanos (ASGMI). Debe establecer incentivos fiscales, regulatorios y financieros claros para atraer inversión en las etapas de valor agregado: fundiciones, refinerías y manufactura de componentes básicos. Debe alinearse activamente con las de socios clave como Estados Unidos de América (a través del MOU) y la Unión Europea (en el marco de la CRMA) para atraer no solo capital, sino también la transferencia de tecnología y el acceso a mercados de alto valor.

3. Para la industria minera: evolucionar del modelo de "Extracción y exportación" al de "Valor compartido y desarrollo territorial". Pasar a la mentalidad de geopolítico mineral. En línea con los principios de desarrollo sostenible promovidos por la industria a través de sus gremios, el sector tiene la oportunidad y la responsabilidad de convertirse en un motor de desarrollo más amplio. Hay que invertir proactivamente en infraestructura de doble uso (energía, agua, residuos y logística) que beneficie tanto a las operaciones como a las comunidades. 

Creación de programas de formación de capital humano de alto nivel. Forjar acuerdos estratégicos con centros de investigación y universidades locales para el desarrollo de una industria auxiliar robusta y tecnológicamente avanzada. Este enfoque no solo asegura la licencia social para operar, sino que también ancla la competitividad de la industria en un ecosistema de innovación y prosperidad compartida, garantizando su viabilidad a largo plazo.

PERUMIN 37 y el futuro de los minerales estratégicos

El futuro no está escrito. El Perú y América Latina pueden ser meros proveedores de materias primas en un nuevo orden global o pueden convertirse en arquitectos de su propio destino, aprovechando su riqueza geológica para construir una Soberanía Mineral de valor duradero. La elección es nuestra y el momento de actuar es ahora.

Por ello, les invitamos a que formen parte del futuro el 25 de septiembre en Arequipa, en el marco del Foro de Transición Energética Minera de PERUMIN 37. Conferencias y paneles de expertos internacionales compartirán su conocimiento para que seamos todos autores del futuro de la Era de los Minerales Estratégicos en América Latina y el Perú. 

Bibliografía

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