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APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA MINERÍA EN LOS ANDES CENTRA...

Por: MD. OMD Augusto V. Ramírez, docente de la maestría en Toxicología Ocupacional, Universidad Científica del Sur.


Minería y Mercantiles II

Los comerciantes del Cerro de Pasco en el siglo XIX

El desarrollo minero en los Andes Centrales conllevó el florecimiento de actividades afines a la minería que a su sombra cobraron auge y prosperaron acorde a ella. Como ejemplo sin duda están los negocios comerciales que en el Cerro prosperaron desde tiempos de la conocida explotación colonial española, al inicio forjados por los mismos españoles expatriados que llegaron ávidos de tomar parte en la bonanza minera de la corona, que se hicieron más evidentes cuando España abolió el monopolio comercial entre sus colonias abriendo puertas a ciudadanos de otras potencias europeas que llegaron al Cerro con idéntico propósito.  

Además de la llegada de comerciantes españoles −en pasados Apuntes ya advertimos que esto sucedía aún antes del arribo de los americanos− y debido al auge minero del Cerro, habían acudido muchos expatriados de naciones europeas, tanto que se juzgó necesario abrir consulados o agencias consulares tales el Consulado Sardo, la Agencia Consular del Reino de Italia, la Agencia Consular de Inglaterra o la Agencia Consular del Imperio Austro-Húngaro, la mayoría de ellos ubicados en la plaza Chaupimarca o en sus calles adyacentes.

Los españoles mercaderes

En esta revisión incidiremos en las empresas mercantiles desarrolladas por españoles llegados desde el inicio del siglo XVIII, particularmente desde la zona de Galicia. De ellos los más conocidos por su labor mercante y de beneficio al Cerro fue el clan familiar de los Gallo. Para no pecar de omisión tomemos autos que, esta estirpe española confirma su señorío a partir de las Órdenes de Santiago y de Calatrava −Castilla León− de 1639. Sin embargo, los Gallo emigrantes a esta tierra cerreña traían sobre todo sino gallego cuya ascendencia sin duda aporta la herencia atávica de su ancestro fenicio, primigenio en navegación y comercio desde las orillas de la civilización humana.

Así pues, desde Galicia, pero fermentados en su originaria y castellana Santander, los Gallo antes de llegar a la capital virreinal, inician un periplo por las principales intendencias reales buscando donde asentar y emprender “un negocio” con el capital que traían de la metrópoli. Llegaron en 1780 tal como en aquel tiempo aparecían por aquí los linajes españoles no cortesanos, es decir, arriban primero al virreinato de Nueva Granada desde donde cruzando el istmo de Panamá pasan a Bogotá, luego a Quito y por la costa pacífica tocar más tarde la frontera norte de la intendencia de Piura en el virreinato del Perú, acabando al fin en Lima, no sin antes asentarse por algunas décadas en el norteño y agrícola desierto sechurano.

Allí visitan y toman residencia en un pequeño pueblito muy al norte de Piura, llamado Algarrobillo y desde aquí brincan a otro cercano, Querecotillo, fronterizo con la capitanía de Quito −la virreinal provincia de Quito comprendía entonces hasta nuestro actual Puerto de Paita− donde además de tantear la obra agrícola cumplen con el mandato bíblico de poblar la tierra. 

Recordemos en un sí digo que, no llegan a la hoy capital provincial de Sullana porque en aquellos días ese pueblo no existía. Quién sabe su plan era asentarse en esa fértil zona agrícola, tal así que al poco tiempo y quizá para paliar nostalgias por sus lejanas tierras Juan Gallo, el adelantado, patrocina la venida de sus hermanos Santiago y Napoleón acompañados de sus proles para dar inicio al negocio familiar de agricultura. 

En esas tierras los Gallo emparentaron y dejaron estirpes −Gallo Coloma, Gallo Alvear, Gallo Maticorena y otros; amén de Gallo Porras en la capital− que allí subsistirían independientemente del futuro de los pioneros, quienes no contaron con que los inclementes y desbastadores veranos norteños, más temprano que tarde, les darían pie para inquirir otra forma de cimentar sus vidas en tierras más apacibles, y como provenían de la zona montañosa de Iberia creyeron que era mejor buscar climas similares, y el rumor más grato a sus oídos venía de las prósperas minas del Cerro de Pasco y hacia allá enrumban a finales del siglo XVIII.

Desdientes de esos primigenios Gallo, los señores Aniceto, Sebastián y José Gallo, deciden primero tomar el pulso a Lima donde se establecen transitoriamente. Allí levantan su primer establecimiento la Casa Comercial Gallo Hnos., con alguna ventaja pues el comercio con la metrópoli aún estaba signado por las restricciones del monopolio España-colonias y por tanto a ellos, españoles puros, los ayudó esa prohibición. Lima era ya una ciudad grande, pero la confirmada opulencia minera del centro hizo que renovasen su afán de cumplir su hado en el Cerro de Pasco. 

Consecuentes acuden a su cita y en el rubro minero los hermanos Gallo de inicio benefician algunos asientos medianos en el mismo Cerro y en parajes cercanos como Vinchos donde minan cobre y plata que procesan en la fundición del Carmen, Huamanrauca. Pero pronto, al igual que con lo agrícola, tal vez se convencen que lo suyo siempre fue el comercio, la sangre tira, y así terminan por levantar un gran emporio mercantil que todo el Cerro conocería como los Almacenes Gallo Hermanos. 

Revisemos su aventura, al Cerro primero se arriesga el mayor de los descendientes Gallo, Aniceto, quien lleva consigo el considerable capital producto de la venta de sus haciendas agrícolas norteñas. Se establece plenamente y haciendo valer su atributo de español escoge para hogar un terreno céntrico y como es natural por sus vinculaciones con la corona indaga la ventura de comprar minas, pues ese era el negocio más apetecible en esas tierras virreinales. 

Como apuntamos adquirió y explotó algunas, mas pronto cae en cuenta que, igual, en ese campo la competencia era fuerte. Visto el cariz de la situación Aniceto Gallo logra ponderar acertadamente que con el negocio mercantil no sucedía lo mismo, entonces arriesga su caudal y luego de corto tiempo levanta un comercio mercantil con el nombre de Casa Gallo Hermanos y resultó, pues en adición a lo poco ocupado de ese ámbito, el negocio tenía la ventaja de tener cercana a Lima y de allí, con el Callao de por medio, “su” España. 

La mercantil Gallo Hermanos en el Cerro 

A finales del siglo XIX la negociación Gallo ya era un negocio próspero, acertadamente había primado la inquietud comercial sobre la industrial, pues para ese tiempo en minería ya existía la competencia mucho más técnica y vanguardista de los sindicatos mineros americanos allí aposentados. En el comercio los Gallo prosperarían por su habilidad para fomentar el crecimiento de sus almacenes siempre bien surtidos y que a la usanza europea daban frutos consecuentes con un afán de ganancia racional más que usurera. 

Los almacenes y anaqueles de la negociación siempre estuvieron repletos de géneros y telas llevadas de Lima y Europa para satisfacción tanto de hacendados mineros, cuanto en tiempos posteriores de los expatriados americanos y europeos que allí afincaron. Tampoco dejan pasar oportunidad de activar la venta de abarrotes de toda laya ni de sus “exquisitos y legítimos vinos y licores españoles y sus artículos de lana y seda, los mejores por su calidad y la modicidad de sus precios”.

Cito al historiador Marcial Helguero: “La suerte les fue propicia y muy pronto la razón social Gallo Hermanos adquirió merecida fama por la honradez y probidad que la caracterizaban en todas sus transacciones, tanto mineras como comerciales… el desarrollo de sus negocios también ha ido en aumento, en la actualidad, la negociación cuenta con grandes almacenes, montados a la europea y con artículos que muchas veces es difícil encontrar en el mismo Lima”.

La mercantil Gallo en sus buenos tiempos despachaba en cuatro lugares de venta: los números 40 y 42 de la calle de Grau y el número 51 de la calle del Dos de Mayo en ambos surtían géneros y en el otro local del barrio de Las Culebras en la plaza Jorge Chávez proveían artículos de moda. Finalmente obró la tienda del señor José Gallo Ruiz de la calle Lima número 30 allí ubicaron lo que hoy llamaríamos la sede administrativa bajo la inmediata dirección de su representante don Gerardo Diez Gallo quien toma para sí la parte comercial y administrativa en el Cerro.

Helguero también da fe que los hermanos Gallo fueron pioneros en el negocio comercial del Cerro: “Vinieron al Perú, atraídos por una irresistible simpatía hacia nuestro país y junto con el contingente de sus energías trajeron también un fuerte capital. No pertenecen, pues, al número de los que llegaron al suelo peruano sin otro haber que un hato de ropa para afrontar los peligros de una correría errante e incierta… los señores Gallo [nacidos] en vieja la tierra castellana, en donde la perseverancia es la condición mas saliente del carácter de los montañeses hijos de esa región. Después de transitar y estudiar nuestro país resolvieron establecerse en el Cerro de Pasco para dedicar todas sus actividades y toda su fortuna a la explotar inicialmente de la minería y luego del comercio”.

En términos similares don Pedro Caballero y Lira periodista de El Comercio de Lima aprecia la bondades de estos almacenes en la capital: “Fundada la casa Gallo Hermanos, el año 1869, por los señores José, Sebastián y Aniceto Gallo, de nacionalidad española, y establecido en Lima el centro de los negocios de esta razón social, dio principio a sus transacciones con un éxito por demás satisfactorio, llegando a alcanzar justo renombre, bajo la inteligente y laboriosa actividad de su joven representante, el señor Gerardo Diez Gallo, quien ha puesto al servicio de la casa todos sus conocimientos mercantiles”.

Tan esos hechos son así, que cuando la Cerro de Pasco Mining a finales del siglo XIX arriba a tierras cerreñas encuentra en los almacenes Gallo un aliado eficaz y eficiente ya que satisfacía a sus expatriados, y en primera instancia no tuvo necesidad de dotar a la mina cerreña de las acostumbradas mercantiles mineras gringas. 

Por el éxito comercial de sus almacenes, los Gallo se obligaron a abrir sucursales en otros sitios mineros, aunque con menor éxito que en el Cerro, pues el desarrollo implacable de la minería americana terminaría desplazándolos e impondrían su propio sistema de mercantiles en cada una de sus minas. 

Otro aspecto a no olvidar es el respaldo económico prestado por comerciantes y mineros en nuestros frecuentes tiempos de crisis. Dos muestras: en 1887 como secuela de la malhadada guerra con Chile, el “billete” fiscal sufre un golpe de muerte amenazando inclusive las finanzas de la república, tal golpe se sintió particularmente en el comercio y en la próspera minería del Cerro. Vista esta desventura el clan Gallo se asocia a otros comerciantes y a mineros establecidos allí y convienen en salvar la hora difícil haciendo circular, con su expresa garantía determinados papeles que bautizaron como “Vales al portador” con valor cifrado de uno y de diez soles, y cuya redención garantizada harían sesenta días después en soles de plata “sellada”. El diseño de tales vales fue similar a los emitidos en dólares por la Cerro de Pasco Minnig. 

Es de todos sabido que ese acto próvido se repite en 1895: ahora sería una asonada la que vuelve a perturbar el comercio minero en el Cerro tiempo cuando la comunicación con la capital se interrumpe por más de seis largos meses y gracias a ese mismo afán se pudo mantener la actividad comercial y laboral.

Con el tiempo los Gallo fecundaron el Cerro, mas igual sus descendientes primeros, los Diez Gallo, Gerardo y Ramón, continuaron la tradición mercantil de la negociación afirmando la casa en el Cerro de Pasco y en Lima. 

Y aunque su brío siempre estuvo en lo mercantil igual participaron en algunos proyectos mineros en la región como el ya mencionado de Vinchos donde explotaron cobre y plata, de ahí pues que el anuncio de su regreso a obrar minas no causa extrañeza alguna. Echemos un vistazo.

Los Gallo mineros 

El negocio mercantil y comercial de la Casa Gallo Hermanos marchaba viento en popa, pero, como nada es para siempre, los tiempos comienzan a tomar rumbo de modernización: en aquellos días la construcción de la carretera de Lima−Pasco llega por fin al Cerro y sabido es que toda obra vial lleva progreso a las ciudades porque abre puertas al rápido intercambio comercial. Es así como aparecen otras casas comerciales reduciendo el éxito de los antiguos negocios en ese rubro. 

Por esa nueva realidad las ganancias de los Gallo menguan y la gestión de Lima decide enviar al Cerro de Pasco a don José Francisco Gallo Diez, hijo, azas joven pero convertido en empresario y consultor mercantil, con el propósito de valuar la situación fiduciaria de la casa Gallo y de existir inconvenientes proceder a su liquidación, llevaba además el cometido de escudriñar posibilidades de reforzar el antiguo aire minero de la familia en el que ya tenían experiencia en la región.

La mina de Atacocha  

La formación de esta también icónica mina del Cerro, tiene que ver precisamente con el cambio de rubro mercantil de la Casa Gallo Hermanos. Revisemos en conciso ese proceso registrando algunos antecedentes propios: las referencias iniciales de la mina de Atacocha las hallamos en 1915, con tres ingenieros peruanos, ex superintendentes de la Cerro de Pasco Mining Company, y un excontable de la misma, constituyendo la Pucayacu Mining Company, una nueva sociedad para obrar minas en la región de Atacocha, donde instalan también una pequeña planta de lavado y concentración de minerales para sacar plomo, plata y oro de alta ley.

De bien en mejor, y visto el menoscabo en lo mercantil, los Gallo desde finales del siglo XIX ya habían decidido vigorizar y potenciar su ámbito minero y tomando a pie juntillas la decisión, don Gerardo Diez Gallo descendiente de los originarios Gallo Pérez, procede a denunciar seis concesiones mineras en veintisiete haciendas cuya superficie alcanza las 60 hectáreas y en adición compran la Pucayacu. En los registros mineros como titulares, aún aparecen Sebastián y Aniceto Gallo con 30% de participación, fruto de sus antiguas propiedades mineras en la zona, mientras que los descendientes Gerardo y Ramón Diez Gallo tienen 20% cada uno. 

De esta manera la Casa Gallo Hermanos traslada su rubro comercial hacia la actividad minera con una inversión de trescientos mil soles de la época. Nacía así una primigenia Atacocha y precisamente es en 1925 cuando inicia su labor minera cuya materialización obra avance en las minas San Gerardo y San Ramón.

No obstante, y no se tiene noticia por qué, para 1928 Atacocha es declarada en abandono. Pero todo no queda así, no, un nuevo traspié sufriría esta negociación minera: la crisis económica internacional iniciada en América en 1929, afectó gravemente al mundo y la industria minera peruana no podía ser la excepción. 

Los Gallo propietarios de la entonces novísima Atacocha, abren paréntesis en la actividad minera y no sería hasta 1935 cuando don José Francisco Gallo Diez emprende la formación de una empresa minera moderna, con todas las de ley, es decir, la nueva mina debía operar con criterios y avances tecnológicos acordes a los nuevos tiempos que emergían después de la catástrofe sufrida por el mundo, por ejemplo, el tratamiento de los minerales se debería hacer con los últimos estándares americanos en boga, lo que naturalmente demanda nuevas inversiones que él mismo gestiona y afianza.

Es así como don José Francisco Gallo Diez luego de muchas diligencias mercantiles y de consolidación de acervos, logra cimentar la Compañía Minera Atacocha S.A. y el 8 de febrero de 1936 queda formalmente constituida en una notaría limeña. Lo loable es que hasta hoy la mina subsista operativa a pesar de las conocidas peripecias de la política nuestra.

En cuanto al comercio mercantil en el Cerro el tiempo siguió su curso inexorable y el 12 de octubre de 1778 el reino de las Españas dispone libre negociación entre sus puertos de América y de la península, aunque se mantenía la prohibición de negociar con puertos no españoles sin permiso real y seguía negando a las colonias la posibilidad de comerciar entre ellas con productos que pudieran competir con las mercancías elaboradas en España. Con todo, lo cierto es que la abolición del monopolio fue una verdadera apertura al desarrollo de estas tierras. No obstante, la libertad americana ya esperaba su turno en la historia y solo era cuestión de sazón. 

Esa nueva realidad comercial también franqueó la viabilidad para desplegar negocios en las colonias españolas a europeos no españoles. Precisamente para el Cerro son de importancia los croatas al punto que ellos, recién llegados, se adaptarían y prosperarían en esos nuevos tiempos.

Precisamente en el siguiente apunte abordamos una corta reseña de los comercios mercantiles que nutridos por esas nuevas sangres llegadas a finales del siglo XIX, principalmente de la península balcánica, labrarían su camino en tierras cerreñas. Aquí os espero para enterarnos de los aires de esta novel inmigración europea al Cerro.

Agur minero amigo!

Bibliografía

1. Helguero PS. 1917. Viajando por la República. Imprenta La Moderna. Lima.

2. Pérez Arauco M. 2015. Pueblo mártir. Disponible en: https://pueblomartir.wordpress.com/2015/06/

3. Wikipedia. 2019. Enciclopedia libre. Disponible en: https://gw.geneanet.org/antonioalvistur?lang=en&m=S&n=gallo&p=

Ilustraciones 

1, 3 y 5 Tomadas del Blog Pueblo Mártir de Pérez Arauco. 2015. Disponibles en:  

https://pueblomartir.files.wordpress.com/2015/10/nicolas-lale.jpg y

https://pueblomartir.wordpress.com/2017/10/18/mineros-del-cerro-de-pasco-1902-2/

2. Tomada de Travesaño YH. Historia de Pasco. Disponible en:

https://www.timetoast.com/timelines/historia-de-pasco-babf47ce-2b59-4faa-a1ac-1b2202ab6359

4. Feria comercial Cerro. Tomada de Genea Net. Disponible en: 

https://gw.geneanet.org/antonioalvistur?lang=en&n=azalia+bojanovich&oc=1223&p=juan

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